Aluxes rosa y blanco aparecen en el Zócalo de la CDMX

Foto: Mario Gutiérrez Vega

Por Mario Gutiérrez Vega

Ya puestos en ver aluxes, la mañana de este domingo aparecieron miles en el centro de la Ciudad de México. No es el aluxe defensor de la milpa que el presidente Andrés Manuel López Obrador vio en la selva maya en un viaje místico digno de Carlos Castaneda.

Estos son aluxes de carne y hueso, y se autonombran defensores de la democracia y de las instituciones electorales. Vestidos de rosa y blanco, traen banderas, botes de pintura a manera de tambores, gritos, sombrillas y sombreros. Estos aluxes sí aguantan el sol, no como los de la selva maya que sólo aparecen en las penumbras.

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Algunos suben a los postes de alumbrado para ver mejor a sus pares que llenan el Zócalo y calles aledañas del centro de la ciudad.

Alejandro Curiel, aluxe de rosa, está encaramado a un poste. Desde ahí, dice que no quiere que regresen los tiempos de sus abuelos, donde había elecciones de un solo partido y nadie independiente contaba los votos. Abogado de profesión, a sus 27 años de edad nunca había estado en una marcha callejera, de ningún tipo.

Postes más allá, Mariana Moreno, aluxe de 34 años de edad ataviada con una sudadera de Hello Kitty, también aparece por primera vez en una marcha. Le interesa que el Instituto Nacional Electoral funcione bien para que México sea un país libre.

Foto: Mario Gutiérrez Vega

Los aluxes defensores de la democracia exigen a López Obrador detener su proyecto que desarticula y debilita a la autoridad electoral. Algunos llegan hasta la puerta principal de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a depositar flores blancas y rojas. Es un llamado cortés a que el poder judicial sea un muro para detener el proyecto del presidente.

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La mesura y timidez de estos aluxes la encabeza desde el estrado José Ramón Cossío, ex ministro de la Suprema Corte. En su discurso de 16 minutos, Cossío le da prudencia y compostura a la exigencia de Mariana y de Alejandro. No somos iguales, presidente, parece decir con una cordura que contrasta con la beligerancia diaria de López Obrador, quien se emociona por el místico aluxe de la selva, pero desaparece miles de árboles con su proyecto del Tren Maya.

Foto: Mario Gutiérrez Vega

La aparición de los aluxes fue por Metro y caminando, pero también en camiones de transporte —con aire acondicionado— rentados exprofeso para la ocasión. En otras épocas “acarreados”, hoy lo políticamente correcto es decir que cada uno paga su pasaje. “A mí no me llevan ni me pagan, yo pago por mi transporte”, dice Valentina.

Uno de los que viene por iniciativa propia es Guillermo Donjuan. Para este abogado, López Obrador es el primer presidente que ha ofendido su integridad y su inteligencia por el ataque a las instituciones electorales.

Foto: Mario Gutiérrez Vega

Guillermo ve hacia Palacio Nacional y dirige la cámara de su teléfono para allá. Retrata las vallas colocadas para proteger la casa del presidente López Obrador, que hoy no estuvo ahí. López Obrador está ocupado en el sur de México viendo aluxes. Todo místico.

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