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EFE.- Boris Johnson, el conservador que aprovechó su carisma para generar millones de votos, incluso entre quienes nunca habían votado por su partido, deja al Reino Unido de la misma manera que lo gobernó: en el caos y en crisis política.
Tras anunciar el jueves su dimisión como líder conservador, el ahora primer ministro interino se va en desgracia, rechazado por su propio partido a causa de su continua deshonestidad, transgresión de las reglas y una despreocupación por las funciones del gobierno.
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El profesor especialista en liderazgo político, Moises Ruiz, de la Universidad Europea de Madrid, dijo a EFE que Johnson ha ejercido un liderazgo “personalista, polémico, excéntrico. A medio camino entre lo grotesco y la seriedad. Su conducta irregular ha contribuido a torcer su autoridad social”.
El alcance de su deshonestidad ha provocado más divisiones en su partido, entre quienes aceptan que continúe en funciones mientras se elige al nuevo líder y el bando que exige su salida inmediata.
Otros primeros ministros forzados a dimitir siguieron en el cargo hasta completar la elección del sustituto, pero a ninguno se le cuestionó la integridad para cumplir esas funciones.
Sin embargo, Johnson es distinto. Pocos en los pasillos de Westminster, centro del poder británico, confían en él y muchos menos cuando el país afronta una creciente crisis económica por el alza en la inflación, además de la amenaza externa que significa la guerra en Ucrania.
Hasta la elección del nuevo líder “tory” (conservador) —y primer ministro—, el Reino Unido queda en parálisis política, sin que puedan tomarse grandes decisiones. Todo ello, en medio del receso de verano del Parlamento, pilar del sistema constitucional británico.
El antiguo jefe del gobierno conservador, John Major (1990-1997), consideró imprudente dejar en el cargo a Johnson porque un primer ministro “mantiene el poder de tomar decisiones que afectarán la vida de las personas dentro de las cuatro naciones del Reino Unido y más allá”.
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Andrew Mycock, experto político de la Universidad inglesa de Huddersfield, dijo a EFE que la salida de Johnson de la residencia de Downing Street es una “crisis importante” para los conservadores, “que pone de relieve viejas y nuevas divisiones” en el partido.
Después de las antiguas divisiones por el Brexit, “es probable que surja una nueva ruptura entre los partidarios que quedan de Johnson y aquellos que buscan activamente destituirlo”, agregó.
En las próximas semanas, los “tories” (conservadores) —que obtuvieron la mayoría absoluta en las elecciones generales de 2019— tendrán que elegir a un líder que pueda transmitir confianza para afrontar decisiones difíciles, desde medidas para parar inflación hasta cómo lidiar con la petición de los nacionalistas escoceses para convocar otro referéndum sobre la independencia de Escocia.
Para Ruiz, el partido puede elegir a “un líder sereno, pragmático”, que pueda transmitir “prudencia en la toma de decisiones. El carisma ya no importará tanto”.
En ese mismo sentido, Mycock considera poco probable que el partido “seleccione a un líder a la imagen de Boris Johnson“.
“No hay nadie en el Partido Conservador que tenga la misma combinación de atributos de personalidad que tiene Johnson. De hecho, es probable que muchos de los miembros del partido busquen elegir un candidato que ofrezca cualidades diferentes a las de él: alguien que pueda estabilizar el ‘barco’, que pueda seguir las reglas de gobierno y reconstruya la confianza en el partido”, dijo.
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Serán los legisladores conservadores quienes se encarguen de elegir, en las próximas semanas, a su nuevo líder. Lo harán a través de una serie de votaciones en las que los candidatos se irán eliminando hasta que solo queden dos aspirantes, este par se someterá a la decisión final de todos los miembros del partido en el país.
“Podemos decir con cierta confianza que quien reemplace a Boris Johnson brindará un estilo de liderazgo político significativamente diferente”, puntualizó Mycock.
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