“Van a matar a un cuerpo porque el alma la tengo muerta”: líder de Madres Buscadoras amenazada

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Foto: Especial

Por Ana Lucía Hernández

Ceci Patricia Flores Armenta tuvo que salir de Sonora en cuestión de horas. Desde tres perfiles falsos de Facebook recibió amenazas de muerte. Dejó el estado donde vive, donde desaparecieron a sus dos hijos y donde, desde hace dos años, se ha dedicado a abrir la tierra para encontrar a personas desaparecidas. Ella encabeza el colectivo Madres Buscadoras de Sonora.

“Señora, cuídese mucho porque sé que de ahí, sigue usted”, este fue uno de los mensajes que recibió tras el asesinato de Aranza Ramos, una joven de 28 años que hace unos meses se unió al colectivo para buscar a su esposo Bryan Omar Celaya Alvarado, desaparecido el 6 de diciembre de 2020. Un comando armado sacó a Aranza de su casa en Valle de Ortiz, Guaymas y la asesinó la noche del 15 de julio.

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“A las 24 horas de que a ella la matan a mí me hacen la amenaza de que sigo yo, que la orden ya está dada para que me maten, yo cuestiono el por qué, si nosotros no le hacemos daño a nadie. No buscamos culpables, lo único que queremos es encontrar a nuestros familiares y traerlos de nuevo a casa”, dijo Ceci Patricia en entrevista con Latinus.

“Espero que este tiempo que yo esté fuera de Sonora les sirva para saber (quién es) la persona que hizo los perfiles falsos. Son tres perfiles falsos de los que me han atacado directamente (…) No sabemos las amenazas de dónde vienen, yo no voy a decir que son del crimen organizado porque no lo sé, puede ser de otra persona, a alguien que le molesta lo que estoy haciendo. Hemos localizado más de 500 personas sin vida y más de 300 con vida en dos años”, agrega.

La fundadora de uno de los colectivos de buscadoras más activos del norte de México confirma que Aranza fue amenazada luego de que el grupo entró a Valle de Ortiz y encontró cientos de cuerpos en lo que consideran un sitio de exterminio activo.

“Ahí tocamos fibras muy sensibles, entramos tan a fondo, tan a profundidad a las búsquedas en el Valle de Ortiz, que era un pueblo intocable, nadie podía entrar ahí por el tamaño de la delincuencia. Es un pueblo en el que constantemente están desapareciendo gente, es rara la persona que vuelve (…) Encontramos cientos de cuerpos calcinados en el Valle de Ortiz, que es donde vivía Aranza”, asegura.

Y agrega: “Toda la familia de Madres Buscadoras de Sonora lamentamos profundamente la muerte de Aranza, se ha derramado sangre inocente porque era más fácil que le hubieran entregado a su esposo que era lo único que ella quería, por lo único que entró a las búsquedas. Ella no buscaba culpables ni justicia, lo único que quería era traerlo de vuelta a casa”.

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Desde la desaparición de su esposo, Aranza no paró un solo día: alzó la voz en redes sociales, en su comunidad y también con las autoridades. En enero pasado, se convirtió en la primera buscadora en reportar hallazgos de fosas clandestinas en el Valle de Ortiz, además de que denunció la existencia de casas de seguridad en la zona.

Ceci Patricia asegura con voz firme que el colectivo seguirá trabajando como hasta ahora.

“No puedo dejar de buscar, no me puedo dar ese lujo, tengo dos hijos desaparecidos, a los cuales amo profundamente, más que a mi propia vida (…) Si por ello voy a perder la vida, créeme que van a matar a un cuerpo porque el alma la tengo muerta desde el día que perdí a mi primer hijo, soy una muerta en vida”.

“Hacemos búsquedas en las peores condiciones”: colectivos de Sonora

El asesinato de Aranza y las amenazas de muerte contra Ceci Patricia han provocado pánico en otros colectivos del estado. “Para nosotras es un golpe muy duro aquí en Sonora lo que pasó con nuestra compañera Aranza, muchas veces trabajamos juntas. Nos duele y nos atemoriza pensar que a alguna de nosotras nos puede pasar”, asegura Nora Lira, líder del colectivo Rastreadoras de Ciudad Obregón.

Considera que los grupos de buscadoras están más vulnerables que nunca, primero, por la situación de inseguridad, y segundo, porque las jornadas de búsqueda generalmente las hacen sin resguardo de fuerzas federales.

“Exigimos al gobierno, tiene que hacer algo por nosotros (…) estamos muy desprotegidos, no puede ser que cada salida nos cancele la seguridad, hemos estado batallando mucho, no hemos tenido respuesta al 100%, necesitamos que el gobierno nos vea como algo importante”, asegura.

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Ceci Patricia agrega: “hacemos las búsquedas en las peores condiciones que tú lo puedas creer, muchas veces sin seguridad, expuestas a que alguien llegue y nos mate, como lo hicieron con Aranza”.

Ambas coinciden en que las autoridades federales y estatales no sólo no son empáticas, sino que han dejado el tema de los desaparecidos en el olvido. “Nos sentimos excluidas por parte de las comisiones de búsqueda de Sonora, nosotros, las madres buscadoras, no tenemos ninguna participación con ellos en ninguna búsqueda (…) con los únicos que salimos es con la (policía) municipal, que es la que nos da el apoyo inmediatamente. Las autoridades federales no nos dan la seguridad sin un oficio que tarda tres días, ni aunque les digamos que los cuerpos están ahí”, asegura la líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora.

Nora Lira denuncia que, además, hay dilación en la identificación de los restos que ellas mismas encuentran: “Aquí en Obregón, Sonora, hemos encontrado en dos años alrededor de 100 ángeles, así les llamamos, y siempre exigimos que se hagan las pruebas de ADN, pero no siempre es así. La identificación es lenta, hemos de llevar la mitad”.

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