Exponen el Altar de Gante, obra de arte vinculada a un misterioso robo ocurrido en 1934

Exponen Altar en Gante, obra de arte maestra, con la réplica de panel robado
Un hombre observa los paneles del Altar de Gante, del pintor flamenco Jan Van Eyck, en la catedral de San Bavónat, en Gante, Bélgica. FOTO: AP

Una de las obras de arte más emblemáticas del arte occidental fue restaurada y ya se encuentra exhibida. Se trata del Altar de Gante, ubicado en Bélgica, y que recuerda uno de los mayores crímenes de arte no resueltos hasta ahora. En 1934 fue robado el panel de Los Jueces Justos, pintado por el flamenco Jan Van Eyck, cuyas obras se encuentran en los museos más importantes del mundo.

Los restauradores decidieron darle otro tratamiento al panel sustraído respecto del resto de la obra.

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“Decidimos dejarle ese barniz, para mostrar claramente a la gente que esta es una copia, no el verdadero Van Eyck”, apuntó el canónigo Ludo Collin, de la catedral de San Bavón en Gante, previo a la inauguración de un nuevo centro para visitantes.

El verdadero retablo Los Jueces Justos podría estar en cualquier lado de Gante; casi un siglo después aún hay un fiscal y dos policías investigadores dedicados a tratar de resolver el crimen.

Los investigadores han sido asistidos a lo largo de todos estos años por detectives aficionados, como un expolicía, un taxista, un experto en computación y un autor de libros para niños.

El principal sospechoso murió sin confesar su crimen

El sospechoso principal, Arsene Goedetioer, dijo “sólo yo sé dónde está el panel” justo antes de morir de un derrame cerebral, medio año después del robo, narró la magistrada Caroline Dewitte

A la declaración se une una carta de extorsión, jamás enviada, en la cual Goedertier escribió que “Los Jueces Justos está en un lugar donde ni yo ni nadie más puede llevársela sin atraer la atención del público”.

Varios agentes registraron la oficina de Goedertier donde encontraron dibujos, hasta ahora indescifrables, y acrónimos que pudieran estar relacionados con el robo. “Tiene tintes de El código Da Vinci”, informó Dewitte.

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El Altar de Gante casi fue destruido en el siglo XVI por iconoclastas, luego se lo llevaron a París a caballo y carreta tras la Revolución Francesa, además fue vendido y después casi quemado en la catedral en 1822. Durante la Primera Guerra Mundial se cubrió con ladrillos para evitar la apropiación alemana.

Luego de sobrevivir a todo esto, finalmente fue robado del lugar. Su desaparición se descubrió la mañana del 11 de abril de 1934, poco después una multitud que inundó la catedral gótica destruyó pruebas cruciales que podrían haber ayudado a los investigadores.

“Sólo imagina lo que debió haberse perdido en esas primeras horas valiosas”, subrayó Dewitte.

Entonces llegó la primera carta al obispado de Gante exigiendo un millón de francos, una millonaria suma en esos tiempos, para que regresaran la obra y con amenazas de destruirla si las autoridades no cooperaban. 

El extorsionador devolvió un pequeño panel trasero que también desapareció esa noche para demostrar que sí tenía en sus manos Los Jueces Justos. Los religiosos recibieron 12 cartas más y la número 14 se encontró después.

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“Es un caso que lleva a la gente a fantasear”, indicó Paul Drossens el archivista estatal que ahora tiene el expediente policial original del caso. 

Tres grandes archivos marcados en rojo con las palabras “NO DESTRUIR NUNCA” contienen cartas, el pedido de ayuda a Scotland Yard y hasta la advertencia pública de 1935 de que “la fiscalía está convencida de que el panel no fue destruido y debe rastrearse en el país, principalmente en Gante y sus alrededores”.

La restauración del altar inició en 2012 y hasta este 2021 lograron concluirlo.

El canónigo Collin aún alberga esperanzas de recuperar lo que llama “el Monstruo del Lago Ness de nuestra catedral”, ya que se ha sugerido que el panel pudo haber sido escondido dentro del enorme edificio gótico.

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Las autoridades por lo pronto se aseguran de que los demás paneles estén protegidos de robo y humedad. Si hay un inconveniente en el nuevo centro de visitantes es el enorme revestimiento de vidrio que mantiene al público demasiado lejos como para apreciar una de las obras de arte más maravillosas de Europa.

“Está bien protegida de robo, pero no diré cómo funciona”, señaló Collin.

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