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Porfirio Muñoz Ledo: brillo y oscuridad en medio siglo de política mexicana
Miércoles 20 de Noviembre de 2024

Porfirio Muñoz Ledo: brillo y oscuridad en medio siglo de política mexicana

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En su último periodo como legislador en su larga carrera en las Cámaras, Porfirio Muñoz Ledo se distinguía de la mayoría por su conocimiento de las reglas y su capacidad oratoria. Parecía un ave rara entre el tropel de diputados que llegaron al Congreso vía tómbola o montados en la ola arrasadora que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia.

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Muñoz Ledo recorrió el camino de disciplinado militante del PRI, secretario de Estado, diplomático, disidente en su partido, fundador del partido de izquierda más importante del México moderno, y finalmente crítico de Morena, el partido que lo llevó al Congreso por última vez.

En su primer año como diputado de la Legislatura 54, sin embargo, regresó a la costumbre de elogiar sin medida al presidente, como lo había hecho en otros momentos de una carrera política llena de claroscuros.

El 1 de diciembre de 2018 fue el encargado de poner la banda presidencial a López Obrador, quien coronaba su anhelo en su tercera campaña. Un año después, al recibir el Primer Informe de Gobierno de López Obrador, regresó por sus fueros como apologista del mandatario, algo que había hecho casi medio siglo atrás

"Hoy es el primer informe de la Cuarta Transformación, y es el primer informe de gobierno después de muchos años, décadas, en que se dice la verdad, no aquellas palabras sonoras que no decían nada", dijo al recibir el texto.

Esas palabras hicieron recordar las que pronunció el 1 de septiembre de 1969, casi doce meses después de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas como representante del PRI, precisamente como respuesta al informe del entonces presidente, quien se hizo responsable de la represión.

"Fuerzas e intereses ajenos a la voluntad del pueblo pretendieron divorciar (a Díaz Ordaz) de las instituciones de la República y los más antiguos trasfondos reaccionarios vinieron a condensarse en la idea de que el deber más imperioso para los mexicanos es disminuir la autoridad del Estado", afirmó en aquella ocasión.

Una biografía de Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega tendría que referirse a su cultura enciclopédica, a su ingenio y capacidad para el debate, a su combatividad (quizá en la Facultad de Derecho de la UNAM encontró la fórmula para combinar ambas, ya que fue campeón de oratoria y de boxeo en sus años universitarios).

Esa biografía tendría que detallar sus vaivenes: militó en el PRI, fundó el PRD, fue candidato a presidente por el PARM, uno de esos partidos creados por el viejo régimen autoritario para simular que había competencia y al final se sumó a Morena.

Si en esa prolongada ruta fueron notorias sus inconsistencias, también es indiscutible que siempre tuvo una especie de gen que lo impulsaba a distanciarse de las dirigencias y criticar las fallas en los partidos.

En 1987, cuando el PRI hizo una pasarela de aspirantes a la presidencia, para simular que la elección del candidato no sería un dedazo, Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas pidieron que se abriera el proceso para seleccionar al candidato.

Ante la negativa del presidente Miguel de la Madrid, ambos renunciaron al partido y fundaron la Corriente Democrática, semilla del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y punta de lanza del Frente Democrático Nacional, que compitió en la elección de 1988, la primera competida en medio siglo y que fue un importante catalizador para dejar atrás al régimen de partido casi único.

Como resultado de esa elección, en la que oficialmente ganó el PRI con 50 por ciento de los votos pero ensombrecida siempre por la "caída del sistema" provocada por Manuel Bartlett, Muñoz Ledo ganó la elección para senador por el entonces Distrito Federal. En esa Cámara fue la única voz crítica durante seis años.

Inconforme con la elección del candidato a la presidencia del PRD en el 2000, se alejó de ese partido, se unió al PARM pero luego declinó y al final fue representante de México ante la Unión Europea nombrado por Vicente Fox.

Tras el fin de esa encomienda, en 2004, pasó un tiempo fuera de cargos y representaciones, y regresó al Congreso en 2009, como representante del Partido del Trabajo (PT).

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En la Legislatura 54 fue su última aparición en el Congreso y también comienzo del fin de su relación con el lopezobradorismo.

Si en los inicios de este se volcó en aplausos, al final se distanció de sus compañeros de Morena que repitieron los vicios de sumisión y falta de preparación que se había criticado a los diputados del PRI en el pasado.

La rúbrica a ese rompimiento con el lopezobradorismo sería la frase que pronunció el 4 de septiembre, molesto, fastidiado por los errores en la aprobación de una reforma a la Ley Orgánica del Congreso: "Chinguen a su madre, qué manera de legislar".