AP.- Javier Cazares salió a toda prisa hacia la escuela de su hija cuando escuchó que había un tiroteo, dejando su camioneta en marcha y con la puerta abierta para correr hacia el patio de la escuela de Uvalde. En su prisa, se olvidó de llevar su arma.
Cazares, un veterano del ejército, pasó los siguientes agónicos 35 a 45 minutos escudriñando entre los niños que escapaban de la escuela primaria Robb en busca de su hija de 9 años, Jacklyn.
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Al mismo tiempo, anhelaba entrar él mismo a buscarla, y se sentía cada vez más irritado, junto con otros padres, por el hecho de que la policía no estuviera haciendo más para detener al adolescente que se refugió en un aula y que estaba asesinando a los niños.
"Muchos de nosotros discutimos con la policía: 'Todos ustedes tienen que entrar ahí. Tienen que hacer su trabajo'", recordó Cazares. "Estábamos dispuestos a poner manos a la obra y entrar nosotros".
Al final, 19 niños y dos maestras fueron asesinados a tiros en los aproximadamente 80 minutos que el atacante pasó dentro de la escuela en Uvalde, Texas, una pequeña comunidad predominantemente latina que se encuentra entre sembradíos de verduras a medio camino entre San Antonio y la frontera con México.
El hombre que las autoridades han identificado como el atacante, Salvador Ramos, se levantó temprano el 24 de mayo, enviando mensajes inquietantes. Ramos había cumplido 18 años apenas la semana anterior y rápidamente compró dos rifles estilo AR-15 y cientos de balas.
Para las 11:28 a.m., Ramos había llegado a toda velocidad a la escuela primaria Robb y estrelló la camioneta en un canal de drenaje, dijeron las autoridades. En ese momento, un video muestra a un profesor entrando en la escuela a través de una puerta de la que el mismo maestro había salido y dejado abierta un minuto antes.
Desde su escondite, Ramos se dirigió a la puerta abierta, la cruzó y a las 11:33 a.m. entró en las aulas de cuarto grado contiguas, informaron las autoridades. Rápidamente, disparó más de 100 veces.
En una de esas aulas, Miah Cerrillo, de 11 años, usó la sangre de un amigo baleado para parecer muerta, según relató ella misma a CNN. Después de que el agresor se cambió al aula contigua, pudo escuchar gritos, más disparos y música a todo volumen por parte del atacante.
Cazares no está seguro exactamente de cuándo llegó a la escuela, pero cuando lo hizo, vio a unos cinco policías ayudando a la gente a escapar. Se mantuvo muy atento para ver si Jacklyn \u2014de quien luego dijo que amaba hacer gimnasia, cantar y bailar\u2014, estaba entre ellos.
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Entre 15 y 20 minutos después de llegar a la escuela, dijo que vio por primera vez a los agentes que llegaban con escudos pesados.
En el caos, sintió que el tiempo "pasaba tan rápido y tan lento". Pero agregó: "Por lo que vi, las cosas podrían haber sido muy diferentes".
Otros padres sintieron lo mismo. Un espectador recordó que una mujer le gritaba a los policías: "¡Entren ahí! ¡Entren ahí!"
A las 12:50 p.m., Cazares salió de la zona antes de que los agentes mataran a Ramos. Corrió a un hospital porque una sobrina le dijo que había visto a Jacklyn en una ambulancia.
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La familia entera pronto se reunió allí, presionando durante casi tres horas al personal del hospital para obtener información. Finalmente, un pastor, un policía y un médico se reunieron con ellos.
"Mi esposa hizo la pregunta: '¿Está viva o falleció?'", recordó Cazares. "Le dijeron 'No; se ha ido'".
Cuando finalmente pudo ver el cuerpo de su hija, Cazares juró que su muerte no sería en vano.
Más tarde, luchó por contener las lágrimas mientras reflexionaba sobre los últimos momentos de su hija.
"Ella era una luchadora", afirmó. "Nos consuela un poco que ella haya sido una de las que fue valiente y trató de ayudar tanto como pudo".