EFE.- El presidente ruso Vladimir Putin cierra este lunes el año con una cumbre informal de aliados del espacio postsoviético, escenario en 2022 de numerosas tensiones geopolíticas, especialmente debido al conflicto en Ucrania.
La cumbre de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes (CEI) reúne en San Petersburgo a los líderes bielorruso, kazajo, armenio, azerbaiyano, tayiko, uzbeko, kirguís y turkmeno.
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El presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, es el único que apoya abiertamente la campaña militar rusa en Ucrania, para lo que cedió su territorio a las tropas rusas.
Además de acelerar su integración bilateral, Minsk y Moscú formaron una agrupación militar conjunta y también han forjado un frente común contra la amenaza de la OTAN.
El líder kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, solicitó la ayuda de Rusia en enero pasado para aplastar una violenta revuelta, pero se ha negado públicamente a reconocer la anexión rusa de cuatro regiones ucranianas.
Rusia, Bielorrusia y Kazajistán también se están planteando crear una unión gasística trilateral en la que también podría entrar Uzbekistán como país de tránsito.
Después de un nuevo choque fronterizo con Kirguistán, el líder tayiko, Emomalí Rajmón, arremetió duramente contra Putin en octubre por exigir lealtad a sus aliados centroasiáticos sin ofrecer nada a cambio.
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Rajmón recordó al jefe del Kremlin que fue esa clase de comportamientos los que llevaron a la desintegración de la Unión Soviética en 1991.
En noviembre, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, fue más allá al hacer un desplante a Rusia y negarse a firmar la declaración final de la cumbre de la postsoviética Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) debido a su falta de apoyo durante su conflicto con Azerbaiyán, incluido la guerra de 2020 por el control del enclave armenio de Nagorno Karabaj.
La pasada semana volvió a criticar a Moscú por la pasividad de las tropas de paz rusas desplegadas en Nagorno Karabaj, donde Azerbaiyán bloqueó la única carretera que une el enclave con Armenia.
La CEI, creada en su momento para formalizar el “divorcio civilizado” de doce repúblicas soviéticas, ha perdido desde entonces a tres de sus miembros: Ucrania, Georgia y Moldavia.
Las tres repúblicas bálticas, Lituania, Letonia y Estonia, se habían independizado de la Unión Soviética con anterioridad.