AP.- En Brasil dio inicio la cumbre del Grupo de los 20, en la que parece poco probable que las principales naciones ricas y en desarrollo firmen una declaración significativa sobre geopolítica: la reunión del lunes y martes en Río de Janeiro se veía eclipsada por dos grandes guerras y la reciente victoria electoral de Donald Trump.
Las tensiones globales aumentadas y la incertidumbre sobre el próximo gobierno de Trump han moderado cualquier expectativa de una declaración en términos firmes que aborde los conflictos en Oriente Medio y entre Rusia y Ucrania. En cambio, los expertos anticipan un documento final centrado en cuestiones sociales como la erradicación del hambre —una de las prioridades de Brasil— aunque se pretenda incluir al menos una mención de las guerras abiertas.
“La diplomacia brasileña ha estado muy comprometida en esta tarea, pero esperar una declaración fuerte y consensuada en un año como 2024 con dos conflictos internacionales graves es poner el listón muy alto”, dijo Cristiane Lucena Carneiro, profesora de relaciones internacionales en la Universidad de São Paulo.
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Después de que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, frustrara la reelección del expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro en 2022, hubo cierta emoción en la comunidad internacional ante la perspectiva de que el líder izquierdista y hábil diplomático —a quien Barack Obama una vez llamó “el político más popular del planeta”— fuera el anfitrión del G20.
Bolsonaro tenía poco interés personal en las cumbres internacionales, dejaba que la política exterior se guiara por la ideología y chocó con varios líderes, como el francés Emmanuel Macron. Lula asumió el cargo y a menudo citaba la frase: “Brasil ha vuelto”.
Durante su gobierno, Brasil ha vuelto al principio de no alineación que mantuvo durante décadas para forjar una política más acorde a sus intereses en un mundo cada vez más multipolar. Eso implica hablar con todas las partes, lo que según los expertos dio a Brasil una posición privilegiada para ser anfitrión de una cumbre como el G20.
Sin embargo, la política exterior de su gobierno ha causado sorpresa en ocasiones.
Un plan de paz Brasil-China para Rusia y Ucrania no exige la retirada de Rusia de Ucrania y ha sido criticado duramente por el líder ucraniano, Volodímir Zelenski. Y Lula provocó un incidente diplomático con Israel después de comparar sus acciones en Gaza con el Holocausto.
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos a principios de este mes y el inminente retorno de la doctrina "Estados Unidos Primero" también pueden obstaculizar el espíritu diplomático necesario para un amplio acuerdo sobre temas divisivos.
“Si tenemos una certeza, es respecto al escepticismo de Donald Trump hacia el multilateralismo”, dijo Carneiro.
Dos funcionarios de Brasil y uno de otra nación del G20 dijeron que los negociadores argentinos están obstaculizando una declaración conjunta. Hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados para hablar públicamente.
Dos de ellos dijeron que los negociadores de Argentina han planteado varias objeciones al borrador, al oponerse más vehementemente a una cláusula que pide un impuesto global a los superricos —que habían aceptado previamente, en julio— y otra que promueve la igualdad de género.
El embajador Mauricio Lyrio, principal negociador de Brasil en el G20, dijo a los periodistas el 8 de noviembre que la declaración final de los líderes debería abordar las guerras en Ucrania y Medio Oriente, pero que los diplomáticos aún estaban discutiendo cómo alcanzar un lenguaje aceptable para todos.
“El mensaje principal, naturalmente, es que necesitamos alcanzar la paz no sólo respecto a estos conflictos, sino a todos los conflictos”, dijo en la capital, Brasilia, añadiendo que la iniciativa de Lula de formar una alianza global contra el hambre y la pobreza es tan importante como la declaración final.
“La declaración de los líderes será el logro culminante. Pero, al mismo tiempo, como indicó el propio presidente, tenemos un G20 enfocado en acciones concretas, como el lanzamiento de una Alianza Global Contra el Hambre, con un paquete de programas sociales muy concretos y mecanismos innovadores para reunir los recursos necesarios para su implementación”, afirmó.
Lula, un exsindicalista de origen humilde, hizo de la lucha contra el hambre una prioridad durante sus primeros dos mandatos como presidente tanto en casa como en el extranjero. El número de brasileños desnutridos se redujo en más del 80% en 10 años, según un informe de la ONU de 2014.
La alianza contra el hambre de Lula es el único de los objetivos principales de Brasil para una declaración del G20 que se obtendrá, según Thomas Traumann, exministro de gobierno y consultor político con sede en Río.
El presidente Joe Biden asistió a la cumbre después de una parada en Lima para el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
Es la primera vez que un presidente estadounidense en funciones pisa la Amazona, y el objetivo del viaje es destacar el “compromiso con la protección ambiental y el respeto por las culturas locales”, según un comunicado del 12 de noviembre de la embajada de Estados Unidos en Brasil.
Funcionarios de la Casa Blanca insisten en que las visitas de Biden al APEC y al G20 serán sustanciales, con conversaciones sobre cuestiones climáticas, infraestructura global, lucha contra la droga y reuniones uno a uno con líderes mundiales, incluido el presidente chino, Xi Jinping.
Esos funcionarios dicen que Biden también aprovechará las cumbres para presionar a los aliados para que mantengan el apoyo a Ucrania en sus esfuerzo de repeler la invasión rusa y no pierdan de vista encontrar un fin a las guerras en Líbano y Gaza.
Cualquier compromiso que Biden asuma podría ser revocado por el próximo gobierno de la Casa Blanca, según Danielle Ayres, profesora de relaciones internacionales en la Universidad Federal de Santa Catarina.
La elección de Trump también podría hacer que otros países miren hacia China como un socio más confiable. La inauguración por parte de Xi Jinping del megapuerto de Chancay en Perú el jueves fue quizás la señal más clara de la reorientación de América Latina.
El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, se reunió con Xi el lunes, el primer encuentro entre líderes británicos y chinos desde 2018.
Un notable ausente en el G20 será el presidente de Rusia, Vladímir Putin, contra quien la Corte Penal Internacional ha emitido una orden que obliga a los Estados miembros a arrestarlo, y la delegación de Rusia estará liderada por Serguéi Lavrov. Israel no es miembro del G20.