Intuitivamente, sabemos que asistir a una representación en vivo estamos viviendo una experiencia esencialmente diferente a ver una grabación del mismo evento a solas; como esto nos puede suceder también con las películas, tenemos la sensación de que el público debe tener algo que ver. Un equipo de investigación demostró que esto es cierto.
"Queríamos explorar qué hace que una actuación en vivo se sienta tan diferente a ver una grabación", dice en un comunicado Guido Orgs, bailarín y neurocientífico del University College London y líder de una investigación que se publicó el 9 de julio en la revista iScience de Cell Press.
Todos conectados, primero con electrodos
Para tratar de averiguar cómo se siente esa diferencia a nivel cerebral, el equipo de investigación, que incluía también personal de la Universidad de Londres y el Instituto Max Planck, pusieron cascos de electroencefalogramas a 59 espectadores para ver una pieza de danza en vivo; otros voluntarios vieron la pieza en un cine y las personas de un tercer grupo lo hicieron, cada una, a solas en un laboratorio.
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"La danza nos pareció el medio perfecto para investigar esto, ya que a menudo se experimenta en el momento, en un espacio compartido". Guido Orgs.
En las presentaciones en vivo, los cerebros de los espectadores se sincronizaron en la banda delta, un rango de ondas cerebrales de baja frecuencia frecuentemente asociado con la divagación mental y el procesamiento social. La sincronía fue más notable cuando los artistas establecían contacto visual con el público.
Quienes vieron la presentación grabada juntos en un cine también experimentaron sincronía cerebral; pero las personas que observaban solas en un laboratorio, esa sincronía (medida con respecto a la grabación), aunque existía, era más débil.
Danza, música y rituales
Con una amplia bibliografía de respaldo, el reporte de la investigación señala que la danza y la música “han evolucionado como espectáculos y rituales participativos que comunican o facilitan la afiliación grupal.
“Los creadores de danza contemporánea suelen hacer referencia explícita a los orígenes espirituales y ritualísticos de la danza, priorizando los estados alterados de conciencia, la narrativa no lineal, la participación, la improvisación o la inmersión como características estéticas y creativas fundamentales”, añade el equipo.
Esta investigación sugiere que el impacto de las presentaciones en vivo tiene que ver con el contenido de la actuación, pues de otra forma los voluntarios solos no habrían experimentado sincronización; pero también depende del contexto de la actuación, lo que se ha llamado vivacidad física y social.
El boleto de la felicidad
También en estos días se publicó una investigación, esta en el International Journal of Tourism Research, que encuentra que asistir regularmente a eventos como festivales, exposiciones, eventos deportivos, mercados de agricultores y eventos gastronómicos puede generar mayores emociones y sentimientos positivos como alegría, satisfacción, felicidad y entusiasmo.
El equipo de investigación, de las universidades Finders y del Sur de Australia, publicó el reporte del estudio con el título serio y formal “El valor de los eventos para el bienestar personal: una perspectiva PERMA”, pero no dudaron en autorizar un comunicado de prensa titulado “Atender eventos es el boleto a la felicidad”.