La única ganadora de dos premio Nobel, en química y física, Marie Curie, murió debido a la radioactividad que su cuerpo generó tras manipular los elementos que descubrió, el polonio y el radio; y no sólo ella quedó contaminada, sus escritos también.
Esos objetos, considerados tesoros nacionales y científicos, se encuentran en cajas forradas con plomo en el sótano de la Biblioteca Nacional de Francia en París y ahí permanecerán por 15 siglos más, ya que siguen siendo radioactivos.
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Los objetos están contaminados con el radio 226, que tiene una vida media de 1.600 años, por lo que, tras un siglo guardados, habrá que esperar otros mil 500 años más para que se elimine a la mitad su nivel de radiactividad.
Si bien los investigadores que requieren leer los cuadernos de Curie pueden hacerlo, con un equipo de seguridad y firmando una renuncia de responsabilidad, los sellos de plomo en las pertenencias de la científica no reducen al 100% la posibilidad de causar algún malestar.
La radiación ionizante fue parte de la vida de Marie Curie, trasladaba botellas del polonio y el radio en sus bolsillo y las guardaba en el cajón de su escritorio, por lo que la cantidad de radiación en cada objeto no se puede cuantificar.
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Ni siquiera el cuerpo de Curie se libró de la radiación. La mujer que revolucionó la ciencia murió el 4 de julio de 1934 y su cuerpo descansa en un ataúd forrado con aproximadamente una pulgada de plomo.
Tanto ella como su esposo, Pierre Curie, se encuentran en un mausoleo en el panteón de París.