El escritor mexicano José Agustín Ramírez Gómez falleció la tarde de este martes 16 de enero a los 79 años, confirmó la Secretaría de Cultura.
“La Secretaría de Cultura del @GobiernoMX lamenta el sensible fallecimiento de José Agustín, narrador, ensayista, guionista de cine, traductor, dramaturgo y periodista mexicano. Fue autor de obras emblemáticas de la literatura de la onda, como "La tumba", "De perfil", "Ciudades desiertas", "Cerca del fuego" y "La panza del Tepozteco". En 2011 fue reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Ling\u00fcística y Literatura”, escribieron en su cuenta de X.
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Si para la crítica literaria y musical Bob Dylan representa la voz de una generación, la que nació poco después de la Segunda Guerra Mundial, José Agustín fue quien abordó los mismos temas por primera vez en las letras de México: la experimentación con sustancias, la errancia, la sensación de no pertenecer al mundo de los adultos.
Autor de 11 novelas, algunas de ellas testimoniales como “Luz interna”, “Se está haciendo tarde”, ficción pura como “Ciudades desiertas”, ensayos sobre rock y literatura, guiones cinematográficos, José Agustín deja tras de sí una legión de lectores y el privilegio de ser icono de un movimiento literario sin manifiesto pero sí con clara identidad, la llamada “literatura de la Onda”.
El escritor, quien creció en Acapulco y vivió buena parte de su vida en Cuautla, Morelos, murió el 16 de enero del 2024; desde finales de diciembre de 2023, su hijo, el artista plástico del mismo nombre, anunció en su cuenta de Facebook que el narrador estaba mal de salud y su pronóstico era reservado. La tarde del 2 de enero dio a conocer que había recibido la extrema unción por parte de un sacerdote zapatista y había dicho que su trabajo se estaba “terminando”.
Pionero en incorporar al rock y la contracultura a la literatura, José Agustín Ramírez se distinguió por adquirir gran relevancia como escritor a una edad temprana: “La tumba“, que se publicó cuando aún no tenía 20 años, y “De perfil“, que se imprimió cuando contaba 22. En ambas el personaje principal era un joven irónico, aficionado a la lectura, con un humor ácido y cargado de sarcasmo, de gran parecido con el autor.
Esas primeras obras no sólo fueron exitosos sino que definieron su estilo vertiginoso y sus temáticas, que se nutrían no sólo de la literatura sino de la filosofía, las lecturas de Carlos Castaneda y el I Ching, y siempre, el rock, del que tenía una colección de miles de acetatos que ocupaban paredes enteras de su casa.
Se formó en el taller de Juan José Arreola, quien según la poeta Elsa Cross, le decía: “¡cuántas barbaridades dice usted!, pero están muy bien escritas”. El autor de “Confabulario” fue el editor de “La tumba” y quizá el primero en descubrir el talento de Agustín.
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Si bien el apoyo de Arreola fue importante para que su primera obra se editara, José Agustín y sus contemporáneos enfrentaron desde la hostilidad hasta el desdén de los críticos literarios. Carlos Monsiváis ironizó que él, Parménides García Saldaña y Gustavo Sáinz eran los primeros escritores estadounidenses nacidos en México porque se referían al rock, a la literatura beat, a las experiencias con drogas.
La también escritora Margo Glantz los adjudicó el nombre “Literatura de la Onda” porque en sus cuentos y textos utilizaban ese término con frecuencia; a Agustín nunca le gustó la etiqueta.
Aunque en los últimos años redujo considerablemente sus actividades públicas debido a una caída que sufrió durante una firma de autógrafos, su obra e influencia motivaron que la Universidad Autónoma Metropolitana le organizara un homenaje en 2021 que contó con la participación de destacados narradores, como Enrique Serna.
Vía remota, porque aún no se habían levantado las restricciones impuestas por la pandemia de Covid 19, Serna dijo que era de celebrarse la vigencia de la obra de Agustín, especialmente si se toma en cuenta que sus primeras novelas datan de hace medio siglo y se escribieron en un contexto muy diferente al actual. “Una pregunta obligada es por qué ha perdurado tanto la narrativa en un México que es tan distinto al de los años sesenta, cuando él publicó “La tumba” y por qué ha dejado una huella tan profunda en los escritores que vinimos después”.