Julio Zamora fue un delantero argentino que jugaba por los extremos y que se hizo figura en México con el Cruz Azul tras ser el gran asistidor de los goles del mítico Carlos Hermosillo en la primera mitad de la década de los noventa. Ahora, a sus 59 años pide ayuda, atraviesa una delicada situación económica tras quedarse sin bienes materiales, tuvo que venderlos para encarar un par de infartos cerebrales que sufrió en el 2017.
“Volver a trabajar (en el futbol), eso es lo único que deseo. No puedo hacer otra cosa, porque si pongo un clavo me sale una ampolla, ja”, confiesa al diario La Capital de Argentina enfundado en el uniforme de Newell's Old Boys y reveló la forma en la que perdió el dinero acumulado a lo largo de su carrera.
“Es difícil contarlo. El tonto fui yo. Lo que pasa es que tuve la mala suerte de tener una persona al lado mío que no hizo bien las cosas. De confiar mucho y que las cosas se vayan para otro lado. Lo único que quiero en este momento es trabajo. Lo que digo también es que no me preparé para tener esa cantidad de dinero que tenía en la mano y puse a una persona que me la manejó”, agregó.
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Los infartos cerebrales se suscitaron cuando dirigía al Real Potosí de Bolivia, indicó que el club se desentendió de sus problemas de salud y fue ahí cuando el Cruz Azul reapareció en su vida. Guillermo Álvarez Cuevas, expresidente de La Máquina que está detenido por lavado de dinero, pagó sus enormes cuentas de hospitalizaciones.
“El presidente de Cruz Azul en ese momento, Billy Álvarez, llamó a mi esposa porque nosotros tuvimos que deshacernos de todo lo material. Era mi vida o conservar lo material. Auto, la casa que tenía, los muebles, todo vendí. Pagué algo y me quedaba una deuda importante en la clínica por gastos de anestesiólogos, médicos y la internación. El presidente de Cruz Azul la llamó a Sandra (mi esposa), le pidió el número de la clínica y se hizo cargo de todo”, apuntó.
El exdelantero celeste relató que tras los infartos cerebrales ni siquiera podía caminar por sí mismo, tuvo que hacerlo durante dos años de la mano de esposa, quien junto con sus hijos, jamás lo soltaron, por lo que ahora vive de un negocio de repostería liderado por su pareja.
“Tuve dos infartos cerebrales. Estuve casi dos años sin poder caminar, lo hacía con un trípode y agarrado de mi esposa. Estuve casi un año saliendo a caminar del hombro de ella porque no podía. Ahora tenemos un emprendimiento con mi esposa, es repostera y estamos trabajando en eso. Sigo vinculado en el futbol cuando puedo”, sentenció.