Por Olga Trujillo
Mónica Vergara usa un reloj en reversa. El tiempo se le agota como la histórica primera directora técnica de la selección mayor femenil.
Es enero del 2021: "El futuro pertenece a las mujeres valientes", lo primero que dice al recibir el título. Los directivos, la prensa y la afición le aplauden. Ha llegado el cambio. Entonces mira su propia película al revés: Corre el año 1999, es adolescente con apenas 16, la más joven de la selección, es bromista, pero porta con seriedad el número seis en la camiseta verde, juega en el mediocampo y es el Mundial de futbol femenil en Estados Unidos, el primero al que va México.
Luego viaja al presente: Julio 2022, otra vez Estados Unidos, ella dirige a la selección, ya perdieron contra Jamaica y Haití. La afición está enfurecida, nadie lo esperaba. El boleto al Mundial de Australia 2023 está casi perdido. Puede quedar el de repechaje. Pero tampoco, pierden 1-0 y sale del Estadio Universitario abucheada. La Federación Mexicana de Futbol decidirá si se queda o se va.
Esta es la historia de Mónica Vergara y su paso por la selección mexicana de futbol femenil. Ella logró lo que nunca una mujer había alcanzado: Ocupar el banquillo de la selección femenil mayor. Pero no se presentó sola. El escenario que encontró a su llegada no era el mismo que cuando jugó. Y ella lo sabe.
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En la foto aparecieron orgullosos y trajeados directivos con sus billeteras abiertas. Le dieron en las manos un paquete para ejercer: 'pull' de jugadoras ya con fogueo en la liga recién nacida, promesas de viajes para ir y visorear a quien quisiera, muchos partidos amistosos y champaña incluida para celebrar.
El ascenso mediático de la selección femenil de futbol comenzó a partir de entonces. Y no solo se notó con una mayor cobertura en la televisión, con las jugadoras en la portada de los periódicos deportivos que antes no las consideraban, con más afición y medios locales involucrados en las conversaciones de las redes sociales o con las primeras apariciones de las jugadoras en espectaculares gigantes.
La misma Mónica lo presumió en su última conferencia de prensa (donde agradeció que los medios prestaran más interés), y donde contó un poco lo que sucede en el detrás de cámaras de las futbolistas mexicanas de hoy, lujos y disfrutes de un trato que ella misma no gozó: ya viajan en charter (o en primera clase si vienen de Europa), escuchan acerca de los premios previo a un partido, reciben aumentos en sus viáticos y cada una duerme en habitaciones individuales.
Por eso Mónica habló de valentía, la misma con la que se animó a meter a la gente a sus sueños "queremos poner a México en los primeros ocho lugares del mundo". Y dijo esto a pesar incluso de saber que los tímidos aumentos a los ínfimos salarios de las jugadoras con los que todo empezó eran suficientes para tomarse la foto y sonreír. En el fondo, todas las miradas maquillan lo mucho que falta para un futbol profesional en este país.
Pero hay que ir de nuevo para atrás. En un país donde el futbol femenil no había sido prioridad para la Federación (por lo menos no se notó en los 18 años que estuvo al frente Leonardo Cuéllar), el nombramiento histórico de Moni Vergara resultó incluso conmovedor.
Tenía los créditos en la carrera. Si Roberto Medina no pudo llevar a la selección femenil en el proceso de futbol en Francia 2019, ella sí tendría el apoyo para lograrlo. En su propia metáfora de valentía, Mónica ya no solo estaba parada frente a la pelota y la portería, le tocaba patearla.
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Asistió a la primera Copa Mundial la FIFA con México en Estados Unidos 1999. Voló a dos Copas Oro (2002, 2006), a los únicos Juegos Olímpicos de una selección de futbol femenil mexicana en Atenas 2004, y se colgó medallas en los Juegos Panamericanos (plata en Winnipeg 1999, bronce en Santo Domingo y Guadalajara 2011).
Sudar tantos años la camiseta verde le dio también el acceso a la selección mayor como auxiliar de Leonardo Cuéllar en Alemania 2011. Había pasado un periodo de 12 años sin que México pudiera asistir a un Mundial (entre 1999 y el 2011), y como una oscura premonición, esos 12 años volverían a aparecer en la historia de Mónica.
Sus momentos importantes en el banquillo antes de llegar a ocupar el de la mayor, fueron ya con el título en mano como entrenadora de la ENDIT (Escuela Nacional de Directores Técnicos): Primero, se quedó con la Sub 15 femenil en el 2014, las llevó a los Juegos Olímpicos de la Juventud en Nanjing y las regresó con festejo y bronce; segundo, cuando quedó al frente de la Sub 17 y abrió un capítulo más en la historia: se convirtió en la primera entrenadora en llegar a una final de Mundial femenil en esa categoría ante España.
"¿Qué se siente cuando la realidad supera a un sueño?", fue la frase con la que selló el recuerdo de aquel Uruguay 2018 y los reflectores giraron hacia ella para hacerla brillar y subir a un escenario más grande en el futbol femenil.
EL PROCESO
Hubo júbilo y alegría en las redes sociales cuando se supo que Leonardo Cuéllar dejaría de dirigir la selección femenil. Con la llegada de su hijo Christopher Cuéllar, el entorno de la femenil fue catalogado más como tierra de dictadores. Luego llegó Roberto Medina, pero nada le gustó a la afición hasta que apareció Mónica Vergara.
Tan solo en su primer año, Vergara anunció 11 concentraciones frente a rivales como Canadá, Argentina, Colombia, Estados Unidos, Japón, España, Eslovaquia, Costa Rica. En total obtuvo cuatro victorias, tres empates y cuatro derrotas. Casi todos los partidos fueron televisados y ellas aparecieron en varias portadas de los diarios deportivos.
Ya en el 2022 la selección enfrentó a Surinam, Antigua y Barbuda, Anguila, Puerto Rico como parte de los clasificatorios Concacaf W, y a Perú en partido de preparación. México venció a las cinco selecciones y por fin se volvieron tema de conversación en la sobremesa de las comidas familiares.
La popularidad las llevó también a los espectaculares. Previo al Premundial en Monterrey, pudo verse a Katty Martínez con el equipo varonil y la nueva playera de la selección puesta en anuncios como "El origen que nos une". Mientras, Mónica Vergara decía en conferencia de prensa "Verán a un equipo mexicano que me parece no han visto".
A todo este panorama favorable se sumaba que Concacaf daría, por primera vez, cuatro boletos directos al Mundial y que los partidos se jugarían en México, con la que supuestamente, era la mejor afición para el futbol femenil: Monterrey.
Pero desde ahí México empezó quebrarse. La afición regia demostró que su asistencia a los estadios femeniles tiene más que ver con la rivalidad Tigres- Rayados que con una genuina pasión por el juego de las mujeres. En el primer partido del Premundial llegaron apenas más de cinco mil personas. Nadie auguró que el conjunto repleto de jugadoras con caras y nombres, ahora sí conocidos por la mayoría, perdería ante Jamaica (0-1, ranking 51 FIFA) y mucho menos que caería ante Haití (0-3, ranking 60), cuyo país hizo historia con esa hazaña.
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Esta vez, Moni Vergara pateó el avispero con sus declaraciones tras el encuentro ante Haití: "Decirles que me he caído muchas veces así que esto es simplemente el comienzo\u2026 estábamos hablando de este Mundial (Australia 2023) pero que está planeado a largo plazo para el 2027".
"¿Qué futbol femenil estamos viendo?" era el sentimiento general. Por supuesto que la frase de "verán a un equipo que no han visto" también se tomó a burla.
Eso no es todo. El enfado además creció porque, para conseguir uno de los cuatro boletos siquiera de repechaje, se debía vencer entonces a Estados Unidos, las campeonas del mundo. México cayó de nuevo 0-1, se fue con cero puntos y cero goles del Premundial, la peor actuación que jamás se haya tenido en una competencia de este tipo.
La figura mediática de Mónica se desinfló en medio de la nube de enojo y, tristemente, sus promesas terminaron abucheadas por la afición desde el inicio y al término del partido ante Estados Unidos mientras se retiraba del campo en el Estadio Universitario.
Jugadoras como Jaqueline Ovalle, quien salió expulsada del partido, se retiró entre las ovaciones del público, pero con el ceño fruncido y la garganta apretada para no llorar. En la conferencia de prensa Mónica –que también ante Haití dijo que se iba a abrazar a sus jugadoras para decirles que "no pasaba nada"–, se mostró más bien rígida, con el rostro desencajado pero la mente despierta para no salirse de un discurso vacío. La mayoría de las jugadoras con caras de derrota salieron de prisa para subirse al camión sin dar declaraciones.
Entonces la preocupación se disparó: La de los directivos con los bolsillos golpeados que pidieron prestadas a las mejores jugadoras de la Liga con las promesas de premios. Y siguieron los cuestionamientos: De la afición hacia la entrenadora que les prometió un paseo por la tierra del señor de los anillos, de los medios, que dieron marcha atrás a sus coberturas y redujeron sus contados minutos para un futbol femenil que termina por quedarse con el escenario vacío en medio de un fuerte golpe a su estado anímico.
Las miradas están de nuevo sobre la directora técnica. Ayer en conferencia de prensa, el presidente de la Federación Mexicana de Futbol, Yon de Luisa, anunció que "en el caso de Mónica Vergara será la nueva dirección deportiva quien haga una evaluación y determine las acciones a seguir". Un tibio anuncio que deja al público con ojos de tache.
Mientras Mónica habló de un "fracaso personal", México tendrá que esperar un lustro más para el Mundial del 2027, ya para entonces, un total de 12 años, la cifra que jamás se podrá borrar del triste episodio de Mónica Vergara al frente del tri femenil. Pero no pasa nada.
(Columna invitada de @diosasolimpicas, especialista en futbol femenil).