EFE.- En el minuto 91, cuando el Chelsea ya se sentía ganador, surgió Danny Welbeck para elevarse entre la defensa rival, conectar con un cabezazo incontestable el centro de Marc Cucurella, hacer justicia para el Brighton con el empate 1-1 y herir al conjunto londinense en la carrera por la Premier League, que ganó nada más dos de sus últimos seis partidos.
Ni siquiera le bastó con adelantarse en el marcador al Chelsea de Thomas Tuchel, que dispara sus dudas.
VENTAJA
Al borde de la media hora aún lamentaba la lesión de Reece James cuando emergió Romelu Lukaku para imponerse a todos en el área, con la duda de si fue falta o no la forma con la que se deshizo de un marcador, para rematar de cabeza un córner de Mason Mount y encarrilar el encuentro.
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Cierto que, antes del 1-0 de Lukaku, el poste repelió la ambición del Chelsea, tras una salida del portero internacional español Robert Sánchez, o que Mason Mount había exigido otra parada al guardameta, tanto como que el Brighton merodeó el área de Mendy con una constancia impactante en Stamford Bridge hasta el punto de que su guardameta lo salvó del empate en el viaje hacia el descanso, estirado para frustrar el tiro que conectó Lallana, y de que hizo méritos para igualar en varias oportunidades.
Ya no estaba sobre el campo James, lesionado en el tobillo izquierdo y reemplazado por Marcos Alonso, y ya ganaba el Chelsea, que, segundos después del percance de su futbolista, justo en la jugada posterior, rompió el marcador.
Desde la esquina, Mount propuso un centro perfecto; en el área, Lukaku cabeceó certero. La revisión del VAR redujo a la nada el braceo que había mantenido antes el delantero belga con sus marcadores. El árbitro concedió el gol. Era el minuto 27.
AMENAZA CUMPLIDA
Pero ni siquiera el gol acomodó el partido para el Chelsea, que también perdió a Christensen, cambiado al intermedio por las molestias que había padecido durante el primer tiempo, y que se sintió cada vez más amenazado por su oponente, atrevido con 0-0 y aún más con 1-0 para agitar el encuentro, advertir al campeón de Europa que no bastaba solo con el tanto de Lukaku, al menos para sentirse ganador, y transmitir que no iba a desistir con la desventaja.
No sólo eso, sino que acechó de forma incansable la portería de Mendy. Primero por medio de Moder, después con un tiro de Maupay al que le sobraron unos centímetros y luego con otro del ‘9’ del Brighton al que se cruzó de manera decisiva Rudiger, entre la visible preocupación de Tuchel, cuyo equipo había marcado el 1-0 y había hecho poco más, sometido a un jeroglífico del que no hallaba solución en ninguna de sus líneas… Hasta que entró N’Golo Kanté.
Al cuarto de hora del segundo tiempo, la estadística lo delataba: seis tiros del Brighton, cero del Chelsea, que recurrió al medio centro francés. Y ahí cambió todo de repente, sujetado por un jugador que parece omnipresente y que afianzó al conjunto Chelsea en la misma medida que perdió fuerza el Brighton, al que aún le quedó el último golpe, el del empate en el último minuto. De Welbeck. Fue merecido (1-1).