Historias olímpicas: ¿Quién fue el barón Pierre de Coubertin?

Si los Juegos Olímpicos tuvieran un nombre propio, ese tendría que ser el de Pierre Fredy de Coubertin, fundador de dicho evento ecuménico en la era moderna y del Pentatlón.

Nacido en París en 1863, Coubertin, proveniente de una familia aristocrática, fue un pedagogo e historiador francés.

El barón Carlos Luis de Coubertin deseaba que su hijo fuera militar, pero el temperamento de Pierre fue ‘corto circuito’ en la Escuela Militar de Saint-Cyr, por lo que ‘florecieron’ sus ideales y amor por el deporte.

INICIADOR DEL MOVIMIENTO OLÍMPICO

Coubertin dedicó su vida a rejuvenecer la tradición antigua de Grecia. Imaginó los Juegos Olímpicos como un ejercicio pacifista que podría fomentar la cooperación y la paz internacionales, especialmente después de la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana (1870-1871).

Los Juegos Olímpicos modernos fueron relanzados en París, en la Universidad de la Sorbona en 1894, y durante muchos años, el francés fue su único idioma. El inglés se añadió décadas después, pero el francés se mantiene como el idioma oficial.

Mientras que los primeros Juegos Olímpicos modernos se celebraron en Grecia en 1896 para honrar sus raíces antiguas, los segundos fueron cuatro años después (1900) en la capital francesa.

De hecho, desde 1986 y hasta 1925 Coubertin fue el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI). ¡Casi tres décadas dedicadas al olimpismo!

Coubertin también creía en la combinación entre “músculo y mente”, considerando la mezcla de los deportes y las artes como una pieza clave en el espíritu olímpico. Se inspiró en los antiguos griegos que celebraban la excelencia tanto física como artística.

Introdujo las artes en los Juegos Olímpicos en 1912 con el “Pentatlón de las Musas”, competencias de literatura, pintura, música, escultura y arquitectura inspiradas en el atletismo.

Y este año, en París 2024, los Juegos Olímpicos tendrán una conexión gala que evoca a Coubertin, cuyo legado será evocado con competencias artísticas similares con el “Pentatlón de las Artes” en el Palacio de Versalles, y habrá iniciativas similares en el Museo Nacional de Deportes, en Niza.

FIGURA CUESTIONADA

Uno de los grandes cuestionamientos hacia el barón Pierre de Coubertin es que su visión fue excluyente. Por ejemplo, se opuso a la participación de las mujeres en los Juegos Olímpicos.

Sin embargo, la peor acusación contra Coubertin fue una carta personal que presumiblemente envió a Adolfo Hitler elogiando al dictador nazi, al que habría felicitado por los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936.

Pese a ello, la figura de Coubertin es innegable en los Juegos Olímpicos, que tienen una razón de ser gracias a su inquebrantable espítitu deportivo y pasión por la competencia sana y en buena lid entre las naciones y continentes.

Su corazón descansa en la Arboleda Coubertain, en Olimpia, Grecia, mientras los seres terrenales gozan cada cuatro años de su mejor creación: los Juegos Olímpicos.

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