Historias Olímpicas: Enriqueta Basilio, primera mujer que encendió un pebetero olímpico e hizo memorable la inauguración de México 1968

Enriqueta Basilio pasó a la historia de los Juegos Olímpicos como la primera mujer que encendió el pebetero en una ceremonia inaugural, suceso que marcó no solamente la edición de México 1968, sino que marcó el camino de lucha por la igualdad que hoy continúa.

‘Queta’, quien nació el 15 de julio de 1948 en Mexicali, Baja California, fue una velocista que compitió en los Juegos Olímpicos de 1968 en 80 metros con vallas, 400 metros y el relevo 4×100. Es la única mujer en la historia olímpica que ha competido tanto en los 80 con vallas como en los 400 llanos.

Basilio Sotelo también corrió en los Juegos Panamericanos de 1967, cuando quedó séptima en la prueba de altas vallas, y ganó medalla de bronce en el relevo 4×100 en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1970. Ganó múltiples títulos mexicanos en las vallas. 

Tras su carrera como atleta se convirtió en miembro del Comité Olímpico Mexicano e incluso incursionó en la política, desempeñándose como diputada federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

PIONERA

Enriqueta Basilio, la velocista mexicana que en los Juegos Olímpicos de México 1968 se convirtió en la primera mujer en encender la llama olímpica, murió el 26 de octubre de 2019 a los 71 años.

Pero su legado se mantendrá indeleble en la historia de los Juegos Olímpicos, cuando en 1968 fue la gran figura en la ceremonia inaugural, a sus 20 años de edad, al causar revuelo entre la prensa internacional por su notable selección para ser la primera mujer que enciendía el pebetero olímpico.

El 12 de octubre de 1968, Enriqueta Basilio entró al Estadio Olímpico Universitario portando la antorcha olímpica, dio una vuelta a la pista de atletismo, subió los 92 escalones y procedió a encender el enorme pebetero. La ovación de cerca de 100 mil espectadores redondeó el precioso momento para dar inicio a los Juegos Olímpicos en México.

La historia guardó ese momento entre los más memorables de los Juegos Olímpicos de México 1968, junto a otros como el triunfo de los corredores estadounidenses Tommie Smith y John Carlos, quienes alzaron el puño envuelto en un guante negro en el podio para protestar contra el racismo mientras se escuchaba el himno nacional de su país, o cuando Bob Beamon rompió el récord mundial de salto de longitud con 8.90 metros, 55 centímetros más que la marca anterior.

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LEGADO

Tras Enriqueta Basilio en México 1968, varias mujeres portaron la llama olímpica, pero la velocista australiana Cathy Freeman es la otra única mujer que encendió un pebetero, al hacerlo en los Juegos Olímpicos de Verano de Sidney 2000.

En 2004, Basilio volvió a portar la llama olímpica durante su paso por la Ciudad de México de camino hacia los Juegos Olímpicos de Atenas.

En 2018, para celebrar el 50 aniversario de los Juegos de México 1968, Basilio volvió a encender el pebetero en el Estadio Olímpico Universitario.

Su muerte, en 2019, dejó un gran pesar entre el pueblo mexicano, pero el recuerdo de ella en la escalinata del Estadio Olímpico en 1968 y el momento en que enciende el pebetero, es uno de los más gratos de la historia de los Juegos.

CONTEXTO

Para superar los nervios que la invadían, Basilio buscó la mejor manera de concentrarse. “Empecé a escalar sin ver ni escuchar nada, perdí la noción. Me concentré, cerré mi mente para únicamente pensar en que tenía que llegar”, dijo en una entrevista con BBC en 2016.

El contexto histórico de los Juegos Olímpicos de 1968 se dio bajo el movimiento creciente por los derechos de las mujeres.

Y el papel de la atleta mexicana en la inauguración no fue sólo deportivo. “Creo que no solamente encendí el pebetero olímpico“, dijo Enriqueta.

Encendí el corazón de las mujeres, la lucha por la justicia, por la equidad; la lucha por la igualdad”.

TENSIÓN

Al mismo tiempo, México enfrentaba fuertes problemas sociales, con protestas concentradas en la capital por el conflicto que derivó en la matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968, cuando el Ejército disolvió violentamente una protesta de jóvenes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

Oficialmente, el gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz reconoció la muerte de 26 personas en lo que llamó “un enfrentamiento”. Según el Consejo Nacional de Huelga, fallecieron más de 200. Hasta ahora el número real de víctimas se desconoce.

La masacre ocurrió diez días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, lo que desestabilizó la organización, pero la diplomacia se impuso y se celebraron sin mayores incidentes extradeportivos.

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El aporte de Basilio puede ser mínimo, pero marca un hito en la historia por ser la primera mujer que encendió el pebetero en una ceremonia de inauguración. Hoy, 56 años después, los Juegos Olímpicos de París 2024 serán los primeros que cuenten con igual número de competidores hombres y mujeres.

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