Leyendas de Juegos Olímpicos: Mark Spitz, el ‘Tiburón’ que logró siete oros con récords mundiales en Munich 1972

Mark Andrew Spitz, mejor conocido como Mark Spitz, dominó la natación hasta convertirse, en una carrera fugaz, en una leyenda de los Juegos Olímpicos.

Si bien cuando se habla de la natación Olímpica el primer nombre que aparece en escena es el de Michael Phelps, tres décadas y media antes hubo un ‘Tiburón’ que devoró medallas, concretamente en Munich 1972: siete oros en la piscina, cada uno de ellos estableciendo récord mundial.

El estadounidense, oriundo de Modesto, California, ganó cinco medallas de oro en los Juegos Panamericanos de 1967, apenas a los 17 años de edad. ¡Ya se veía la estirpe triunfadora!

Un año después, Spitz se presentó en los Juegos Olímpicos de México 1968, donde predijo que ganaría seis metales áureos; se quedó un poco corto: ganó dos, así como una plata y un bronce, pero ya era un atleta que empezaba a arrasar.

Cuatro años más tarde vino su consagración, con un peculiar bigote que puso de moda entre los nadadores y que incluso decía que le servía “para desviar el agua de su boca” y nadar más rápido.

En territorio bávaro, Spitz fue perfecto en siete de siete pruebas. Conquistó los 100 metros y 200 metros estilo libre, los 100 y 200 metros mariposa, el relevo estilo libre 4 x 100 metros, el relevo estilo libre 4 x 200 metros, así como el relevo combinado de 4 x 100 metros. Además, estableció nuevos récords mundiales en todos esos triunfos, convirtiéndose en el primer atleta en lograr dicha hazaña.

Apenas 24 horas después de ganar su séptimo oro olímpico en Munich, Spitz se vio ‘envuelto’ en una historia de terror con 11 atletas israelís.

“Hace 50 años, menos de 24 horas después de ganar mi séptimo oro olímpico, me vi envuelto en la confusión y el horror que supuso la muerte de 11 atletas israelíes”, detalló Spitz en el 2022.

“Trece años después (1985) tuve la oportunidad de conocer a un par de las esposas de los atletas asesinados cuando estuve en Israel y a dos de sus hijos, y había motivos para el vínculo conmigo: uno, que yo era judío; y segundo, que estuve en los mismos Juegos Olímpicos con sus padres. Fue una tragedia terrible, no sólo para esos atletas sino para el movimiento olímpico y para las familias en particular. Todavía hoy estamos hablando de ello”, recordó.

Pese a tocar la cima y estar en plenitud física, el tritón norteamericano decidió poner fin a su carrera tras dicho evento ecuménico, con tan sólo 22 años a cuestas.

“Yo quería ser dentista”, confesó hace unos años en una entrevista, aunque tras su retiro, Spitz se dedicó a los bienes raíces.

Pese a su controversial decisión, la historia de leyenda de Spitz ya estaba escrita. El legado de su carrera culminó con cinco medallas de oro en Juegos Panamericanos, 11 preseas en Juegos Olímpicos, ocho campeonatos universitarios y 26 récords mundiales en su haber. Asimismo, fue condecorado con el premio Sullivan Howard y con el premio de nadador del año en 1972.

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