Basado en hechos reales: por ladridos nocturnos de husky siberiano, tribunal en Guanajuato ordena a propietario cubrir daños morales

Foto: EFE

Por Enrique Pons Franco

Introducción

Los conflictos vecinales, tan comunes en nuestra cotidianidad, pocas veces trascienden el umbral de las molestias menores. Sin embargo, cuando lo hacen, pueden desencadenar situaciones legales complejas y reveladoras. Este caso particular en Guanajuato pone de manifiesto esta realidad, llevándonos a explorar los rincones más profundos del derecho civil y los daños morales a través de algo tan cotidiano y aparentemente inocuo como los ladridos de un perro. El concepto de daño moral, aunque ampliamente reconocido en el ámbito legal, suele ser un terreno difuso para el gran público. Se refiere a aquellas afectaciones que, sin causar un daño económico directo, impactan de manera significativa el bienestar emocional, la dignidad o los sentimientos de una persona, generando así un perjuicio que el derecho busca reparar.

Cómo verás, este caso no solo resalta la relevancia del daño moral dentro del derecho civil, sino que también abre un diálogo sobre la responsabilidad que los propietarios de mascotas tienen hacia su comunidad. En una sociedad cada vez más consciente de la importancia del bienestar emocional, el fallo del Tribunal de Guanajuato marca un hito en el reconocimiento de que las acciones cotidianas, como el cuidado de una mascota, pueden tener profundas implicaciones legales y morales.

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Desarrollo del caso

El escenario fue en el Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Guanajuato, donde se dirimió un litigio aparentemente simple pero con un profundo impacto legal y moral. Un vecino demandó al propietario de un perro de raza husky siberiano por los ladridos continuos del animal, alegando que estos habían afectado severamente la salud mental y emocional de su hijo menor, afectando negativamente en su rendimiento escolar y su desarrollo emocional. Como podrás ver, este conflicto trasciende el mero desacuerdo vecinal y abre la posibilidad de cuestionar los límites de la responsabilidad civil y la protección del bienestar emocional bajo las leyes mexicanas.

Inicialmente, el juicio ordinario civil, ante el Juez Noveno de León, Guanajuato, no favoreció al demandante. La sentencia de primera instancia dictaminó que no se habían probado de manera suficiente los elementos constitutivos de la acción de daños morales alegados. En este punto, el caso podría haber terminado como tantos otros, con la resolución de un juez y el subsiguiente descontento de una de las partes. Sin embargo, el desenlace tomó un rumbo diferente con la apelación del fallo.

La apelación presentada llevó el caso ante la Novena Sala Civil del Supremo Tribunal de Justicia del Estado. Esta instancia superior procedió a una revisión exhaustiva de los argumentos y pruebas presentadas inicialmente, contrastándolos con los principios legales pertinentes y la jurisprudencia aplicable. Lo notable de esta revisión fue el reconocimiento de la relevancia del bienestar emocional del menor afectado por los ladridos del perro, considerando los dictámenes periciales en psicología que evidenciaban la afectación en la esfera anímica del niño, como argumento central para revocar la sentencia anterior.

El Tribunal resaltó la omisión del juez de primera instancia en valorar adecuadamente la prueba pericial, la cual demostraba el impacto negativo de los ladridos continuos en el desarrollo emocional y cognitivo del menor. En un análisis detallado, el Tribunal enfatizó cómo esta afectación al bienestar del menor constituye un daño moral, fundamentando su decisión en los artículos pertinentes del Código Civil para el Estado de Guanajuato y destacando la obligación de reparar el daño causado.

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La resolución final del Tribunal no sólo revocó la sentencia inicial, sino que estableció un precedente importante sobre el reconocimiento del daño moral derivado de las perturbaciones cotidianas y su impacto en la calidad de vida de las personas. Además, el fallo subraya la responsabilidad de los propietarios de mascotas en prevenir que estas causen molestias significativas a terceros, redefiniendo las expectativas sobre la convivencia en comunidades compartidas y la protección de los derechos emocionales y psicológicos, especialmente de los menores de edad.

Reflexión final

Este caso y su resolución no son meramente una anécdota jurídica, sino una profunda reflexión sobre cómo las leyes y los tribunales pueden y deben responder a los cambios y desafíos de nuestra sociedad. En un mundo donde la convivencia pacífica y el respeto por el prójimo son cada vez más valorados, la justicia se erige como un baluarte fundamental para garantizar que estos valores sean más que ideales inalcanzables.

La sentencia del Tribunal de Guanajuato es un recordatorio de que detrás de cada ley y procedimiento legal hay personas cuyas vidas y bienestar dependen de las decisiones judiciales tomadas. En el mismo sentido, la relevancia de este fallo trasciende las fronteras de Guanajuato, inspirando a comunidades y legisladores a nivel global a reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones en el bienestar emocional de los demás. Asimismo, reitera la importancia de una legislación que evolucione para abrazar los complejos desafíos de la convivencia en la sociedad moderna, protegiendo a los más vulnerables y asegurando que el respeto por la dignidad humana permanezca en el corazón de nuestro sistema legal.

Finalmente, este precedente es un claro recordatorio de que detrás de cada decisión judicial, hay historias humanas, emociones y vidas afectadas. A través de su resolución, el Tribunal de Guanajuato no sólo ha brindado justicia a una familia afectada por la incesante perturbación de su paz, sino que ha contribuido a la construcción de un marco más compasivo y humano. Este caso y su desenlace son un llamado a todos, individuos y autoridades, por igual, a considerar profundamente el impacto de nuestras acciones y decisiones en el tejido social, promoviendo así una convivencia más armónica y respetuosa.

En espera de ver el impacto ante esta resolución judicial en otros tribunales en México, nos leemos la próxima semana. Mientras tanto, te espero en mi cuenta de “X”, (antes Twitter) como @enrique_pons, y si te interesa obtener una copia de la sentencia, escríbeme.

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