Mediante una analogía con un salón de belleza, Denise Dresser ilustra la forma en que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aborda la crisis de desapariciones en México: intentando maquillar las cifras.
La renuncia de Karla Quintana al frente de la Comisión Nacional de Búsqueda reveló cómo se intenta manipular los datos para ocultar la magnitud del problema. Al presidente no le preocupan los desaparecidos, sino su imagen pública.
El gobierno prefiere ocultar las imperfecciones en lugar de enfrentar la cruda realidad, y así, deja de lado la agenda de verdad, justicia y memoria que había prometido, anunciando un nuevo censo cuyo objetivo es desaparecer a los desaparecidos.
La salida de Quintana no es un caso aislado, puesorma parte del patrón de obstaculización que también llevó a la salida del GIEI del caso Ayotzinapa, la negativa del gobierno a entregar información a la Comisión de la Verdad y el blindaje político a las Fuerzas Armadas.
