“Ya nada más soy Marcelo”, dice Ebrard al dejar el cargo de canciller

Por Isabella González

Cuando Marcelo Ebrard Casaubón fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores, el 1
de diciembre de 2018, supo que era un paso más hacia la candidatura presidencial de Morena. No era que no quisiera ser canciller, al contrario, estaba avanzando sobre los pasos de su maestro político: Manuel Camacho Solís, que entre 1993 y 1994 se desempeñó en ese cargo, antes de aspirar, él también, a la Presidencia de México.

Como canciller, Ebrard hizo todo lo que se suponía que debía hacer para ser el elegido a suceder a Andrés Manuel López Obrador. Cuando el presidente lo necesitó para contener la migración desde Centroamérica, ahí estuvo. Cuando lo requirió para evitar la amenaza arancelaria de Donald Trump, ahí estuvo. Cuando le pidió traer vacunas y ventiladores a México por la pandemia, ahí estuvo. Por eso se ganó el apodo del “bombero de la Cuarta Transformación”.

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Ebrard quiere ser candidato presidencial desde el 2011. Contendió en el proceso interno del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y cuando el resultado de la encuesta favoreció a su contrincante, el actual presidente, López Obrador, aceptó el resultado.

Era la segunda vez que Ebrard se hacía a un lado para dejarle el camino libre a López Obrador. En el 2000, cuando los dos buscaban la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, uno por el PRD y el otro por el Partido de Centro Democrático (PCD), el hasta hoy canciller declinó en favor del tabasqueño.

A 23 años de distancia, Ebrard lo reconoce y lo destaca. “Aquí no estoy contendiendo con Andrés Manuel López Obrador. Esa fue la más difícil encuesta”, asegura cuando se le pregunta por la contienda que tendrá que sortear los próximos dos meses, hasta el 28 de agosto, cuando se levanten las cinco encuestas para elegir al candidato presidencial de Morena.

Ebrard se reunió este lunes con el tabasqueño para despedirse, reiterarle su apoyo, enlistar sus logros, informarle en qué estado deja la política exterior y para, una vez más, comunicarle su intención de ser presidente de México. El político de 63 años, originario de la Ciudad de México, hizo una pausa en la conversación con el mandatario federal para quitarse el saco y ponerse una playera con uno de los slogans de su prematura campaña: “Sonrían, todo va a estar bien!

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Ebrard entró a Palacio Nacional como canciller y salió como aspirante. “Ya no soy el secretario de Relaciones Exteriores. Ya nada más soy Marcelo”, aseveró después de caminar un par de calles desde el recinto del Poder Ejecutivo a una librería en el Centro Histórico de la Ciudad de México, suceso que calificó como su primer recorrido como aspirante.

Una caminata de unos 200 metros bajo el sol, rodeado de gente que lo ovacionaba, sin guardaespaldas, dejando que le tomaran fotos, que sus seguidores lo tocaran y abrazaran. Un recorrido como los que le gustan a López Obrador. “Pienso que se debe hacer una campaña con la gente”, puntualizó.

En su primera conferencia de prensa como aspirante a la Coordinación de Defensa de la Transformación, como Morena ha decidido llamar a su precandidato presidencial ante el riesgo de ser multados por violar los tiempos establecidos de precampañas y campañas, Ebrard se acercó a los límites establecidos por el partido para participar en la contienda.

Primero, ha insistido en que los aspirantes deberían tener debate político, aunque Morena no organice el evento. Aunque no descalificó a una de sus contrincantes, sí bromeó con que Claudia Sheinbaum sea su secretaria de Gobernación, de llegar a la Presidencia en las elecciones de 2024. Y finalmente, aseguró que él va a acudir a todos los medios que lo inviten a entrevista, aunque los acuerdos de Morena establecen que los aspirantes deben evitar los medios “reaccionarios, conservadores, adversarios de la Cuarta Transformación” y los que llamó partidarios del viejo régimen.

“Tenemos que ir sin temor alguno a defender en lo que creemos a donde sea porque vamos a presidir el comité de defensa de la Cuarta Transformación. Y si tú no quieres debatir ni dialogar con alguien que piensa diferente a ti, ¿cómo vas a defender a la Cuarta Transformación? Yo estoy dispuesto a defender la Cuarta Transformación, los logros de nuestro gobierno, en cualquier foro y ante cualquier persona”, sentenció cuando se le preguntó sobre el veto.

Ebrard, quien fue secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México entre 2002 y 2004, mencionó otro tema que para otros aspirantes podría ser difícil tocar porque es uno que el presidente López
Obrador no ha logrado resolver, la seguridad. El excanciller reconoció que la inseguridad es uno de los más graves problemas en el país. “Es uno de los problemas más serios. La gente lo pide”, indicó.
Aunque señaló que no le gusta hablar de sí mismo, afirmó que sus cualidades son tener 42 años de experiencia, sabe hacer frente a los problemas, tener integridad y conocer a todos los líderes mundiales. “Porque sí cuenta, que, si le hablas al presidente de Estados Unidos, te conteste el teléfono y puedas conversar con él”, puntualizó.
Así lo dijo mientras la Secretaría de Relaciones Exteriores es un hervidero de incertidumbre. Algunos de los funcionarios más cercanos a Ebrard han renunciado en las últimas semanas para unirse a su campaña. La lista comenzó con Martha Delgado, quien se desempeñaba como subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos; le siguió Carlos Candelaria, quien era director de la Oficina de Pasaportes. Este mismo lunes, el director de Comunicación Social, Esteban González, anunció su salida.

Con la promesa de registrarse en cuanto el Comité Ejecutivo Nacional de Morena le envíe el formato para hacerlo, y secándose el sudor con una veintena de pañuelos, Ebrard se despidió. Salió de la librería rodeado de diputados y senadores de Morena y del Partido Verde que lo apoyan como Juan Carlos Natale y Bertha Caraveo. Tras de sí, Ebrard dejó un salón vacío y una Secretaría de Relaciones Exteriores que está a la espera de que el presidente López Obrador nombre al sustituto de su apagafuegos.

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