Sacerdotes en El Paso ofrecen albergue a los migrantes que buscan entrar a Estados Unidos

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AP.- Entre políticas cambiantes, desinformación desenfrenada, multitudes exasperadas y temerosas que convergen en la ciudad desértica de El Paso, Texas, en la frontera con México, los líderes religiosos se esfuerzan por brindar refugio y ánimo a los migrantes que huyen de la pobreza y los conflictos.

Junto con las oraciones, asesoran a los migrantes sobre los desafíos abrumadores que les esperan en suelo estadounidense, con enormes retrasos en las audiencias de asilo y las medidas anunciadas recientemente por el gobierno del presidente Joe Biden y que muchos consideran más estrictas que las recién expiradas, conocidas como Título 42.

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Durante la misa matutina del jueves en la iglesia católica del Sagrado Corazón, a pocas cuadras de la frontera con México, el sacerdote Daniel Mora oró por la buena voluntad para recibir a las multitudes de migrantes que se prevé que lleguen a la ciudad y al gimnasio del templo convertido en refugio.

“Para que se renueven las promesas de asilo de este país”, expresó Mora durante la misa. En una oficina adyacente al santuario histórico, uno de sus compañeros jesuitas se preparó para visitar un refugio en otra parroquia de El Paso, con el fin de asesorar a los migrantes que ya habían cruzado ilegalmente y que fueron detenidos.

“Uno sabe que esto es una parte, estamos a medio camino”, expresó Tatiana Gámez, una madre colombiana que fue liberada por las autoridades migratorias a un albergue pequeño administrado por la parroquia católica de San Francisco Javier, justo al otro lado de uno de los tres puentes internacionales de El Paso.

“No sabemos qué va a pasar con el asilo, pero ya estar acá seguros es un alivio”, agregó. Había escuchado atentamente una de las varias charlas diarias sobre temas jurídicos que el padre Mike Gallagher brinda a los migrantes recién liberados, quién también es abogado del Jesuit Refugee Service.

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Gallagher visita varios refugios para explicarle a los migrantes que han sido aprehendidos por cruzar ilegalmente cuáles son las condiciones de su liberación, incluido el “aviso de presentarse” ante las autoridades y posteriormente ante un juez para exponer los argumentos de por qué solicitan el asilo.

Gámez y más de media decena de miembros de su familia, incluida una sobrina embarazada y su hija de 2 años, decidieron huir de Colombia después de haber sido amenazados en relación con un terreno que poseían.

Cruzaron ilegalmente a través de un agujero en el alambre de púas que los soldados de la Guardia Nacional de Texas instalaron a lo largo de 27 kilómetros de las polvorientas riberas del río Bravo para evitar cruces masivos cuando originalmente se esperaba que el Título 42 se suspendiera a partir de diciembre.

“Queríamos hacer las cosas bien”, agrega Gámez entre lágrimas. Pero vieron a más de mil migrantes en una fila, bajo el sol y los fuertes vientos, en busca de tener la oportunidad de que los funcionarios estadounidenses los dejaran entrar, como ha estado sucediendo durante meses.

Al enterarse de que algunos migrantes habían dormido allí durante días bajo la amenaza constante de ser secuestrados por cárteles mexicanos a cambio de rescate, y con temor de una ola de deportaciones rápidas a partir del viernes, decidieron colarse por el agujero y pasaron seis días detenidos antes de ser liberados al refugio.

El viernes, después de que expiró el Título 42 y se habían implementado más restricciones al asilo, varios líderes religiosos dijeron que temían que los migrantes que no tienen opción de regresar a sus países seguirían intentando ingresar a Estados Unidos, pero a través de rutas más peligrosas.

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“Creo que la gente descansará y observará durante algún tiempo. Una vez que se den cuenta de que sólo un pequeño porcentaje será capaz de ingresar legalmente, buscarán formas más desesperadas, difíciles y peligrosas de cruzar”, dijo el obispo Mark Seitz de El Paso.

Seitz, que preside la comisión migratoria de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, dijo estar preocupado por el creciente número de lesiones y fallecimientos si los migrantes intentan cruzar lejos de donde la frontera está fuertemente resguardada, tanto para los ellos como para los agentes y voluntarios que efectúan operaciones de búsqueda y rescate, especialmente ahora que se avecina el verano con su calor letal.

Más de mil migrantes se reunieron afuera del refugio del Sagrado Corazón esta semana. Las autoridades cerraron la calle frente a este el domingo pasado por temor a otro incidente letal como el de los migrantes que fueron atropellados en Brownsville, Texas, comentó Mora.

Algunos migrantes tienen fechas programadas dentro de un mes después de su llegada en las ciudades a las que aspiran a llegar. Otros tienen comparecencias ante los tribunales no programadas hasta 2026 o más, ya que el sistema de asilo trabaja saturado debido a retrasos históricos.

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