Por Amado Azueta
El caso de los cinco jóvenes asesinados en Nuevo Laredo, Tamaulipas, no es aislado. Dos expedientes más en los que militares mataron a civiles desarmados muestran cómo intimidan a los familiares de las víctimas.
Tras los homicidios, los soldados actúan bajo un sistemático modo de operación donde hay pillaje, desobediencia, amenazas y abuso de autoridad, acusan los familiares.
En dos casos, ocurridos en 2017 y 2021, y el del 26 de febrero pasado, se encuentran coincidencias, como que los militares dispararon sin recibir una orden; no se aplicaron protocolos de seguridad; las víctimas no traían armas; desaparecieron pertenencias de valor; no se otorgó atención médica oportuna a los heridos y se alteraron las escenas de los hechos.
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