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Lula da Silva regresa al poder en Brasil con la promesa de combatir las desigualdades

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Foto: EFE, Andre Borges

EFE.- Luiz Inácio Lula da Silva inició este domingo su tercer mandato como presidente de Brasil, en una ceremonia multitudinaria y cargada de simbolismo, en la que reforzó su compromiso con el combate a las enormes desigualdades sociales que dividen el país.

El líder progresista, de 77 años, que ya gobernó entre 2003 y 2010, regresó a la presidencia tras derrotar en unas ajustadísimas elecciones al ultraderechista Jair Bolsonaro, quien no ha reconocido su derrota y se fue de Brasil hace dos días rumbo a Estados Unidos, para evitar tener que entregar a Lula la banda presidencial, como manda el protocolo.

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La toma de posesión contó con un fuerte respaldo internacional, con delegaciones llegadas de 68 países, incluyendo 20 jefes de Estado o de gobierno, así como un significativo apoyo popular, con cerca de 300 mil personas que abarrotaron el centro de Brasilia, en una de las ceremonias más multitudinarias de la historia de Brasil.

En la ceremonia, Lula pronunció dos discursos y centró ambos en su firme compromiso en el combate a las desigualdades de todo tipo que dividen a la población y “atrasan” el desarrollo del país, en especial la gigantesca brecha entre ricos y pobres, pero también la racial y de género.

El mandatario rompió en llanto al hablar de las familias que se ven obligadas a rebuscar en la basura para encontrar comida y desde el púlpito del palacio presidencial de Planalto, le pidió a la multitud congregada en la plaza de los Tres Poderes: “¡ayúdenme!”.

Lula aprovechó la ausencia de Bolsonaro para cargar de simbolismo el acto protocolario de la imposición de la banda presidencial, que ilustra el traspaso del poder.

Recibió la banda de un grupo de ciudadanos, en su mayoría anónimos, que ejemplifican la diversidad de la sociedad brasileña.

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Una mujer afroamericana que se dedica a la recolección de basura reciclable, un profesor, un joven con parálisis cerebral, un niño negro procedente de la periferia de Sao Paulo, una cocinera, un obrero metalúrgico y el conocido líder indígena Raoni Metuktire.

Gran parte de las intervenciones de Lula se basó en críticas a la gestión de Bolsonaro, a quien, sin citarle, acusó de haber encabezado un “Gobierno de destrucción nacional”.

En especial, prometió que no quedarán impunes los responsables por la gravedad de la pandemia en Brasil, donde murieron casi 695 mil personas de Covid-19, según recalcó, mientras el país estaba liderado por un “gobierno negacionista”.

En el apartado medioambiental, revocó un decreto que permitía la explotación mineral en tierras indígenas y reactivó el llamado Fondo Amazonía, constituido con donaciones de Alemania y Noruega para contribuir con la protección de la selva y que había sido suspendido por decisión de Bolsonaro en 2019.

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Otra de las promesas que hizo Lula fue la de “romper el aislamiento” diplomático que vivió Brasil en los últimos cuatro años con un presidente que solo mantuvo relaciones fluidas con países gobernados por la extrema derecha.

En su discurso de toma de posesión, Lula adelantó que Brasil va a “retomar la integración” en América Latina para tener “un diálogo activo y altivo” con las otras regiones del mundo.

También garantizó que su gobierno fortalecerá la cooperación con el foro BRICS, que Brasil integra junto con Rusia, India, Sudáfrica y China.

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