El oro del siglo XXI: tus datos

Por Enrique Pons Franco

¿Cuánto vale un dato en México? Ahora te lo cuento. La humanidad ha encontrado muchas formas de generar dinero de forma lícita e ilícita; con recursos naturales, materiales o personales. Así, con la incorporación de la tecnología en nuestras vidas, y la digitalización de casi todo lo que hacemos en nuestro día a día, poco a poco se generó un nuevo mercado: el de tus datos. A nadie le sorprende, que al ingresar en cualquier motor de búsqueda en Internet, casi de forma inmediata, se genera publicidad sobre el tema de nuestro interés en nuestras redes sociales, sin contar los subsecuentes mensajes de texto, correos electrónicos o llamadas de call centers.

Las corporaciones se dieron cuenta de que la captación, manejo y segmentación de nuestros datos constituyen una importante fuente de información, que bien organizada proporciona una data estratégica de patrones de consumo, tales como viajes, ropa, comida, salud o deportes, lo cual no representa un problema cuando se respeta lo privado o se tiene el consentimiento de su titular, o sea, tú.

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Vivimos en un ecosistema digital que nos lleva a estar cada vez más conectados a nuestros dispositivos electrónicos, redes sociales y cámaras. Cada uno de nosotros es una máquina de generar de datos. Para darte una idea, basta que revises en la configuración de tu teléfono la cantidad de datos que has consumido en la última semana. Las ventajas para cualquier persona, empresa, corporación, incluso para partidos políticos, de contar con nuestros datos, a efecto de establecer nuevas relaciones con nosotros o predecir comportamientos, permite a quien los tiene tener una ventaja sobre sus competidores, que según algunos estudios se estima sobre el 20%. Aquí cobra nuevamente relevancia la frase “la información es poder”… y dinero también.

Así las cosas, tener datos no significa tener dinero, a menos que exista una manera de procesarlos, pero sobre todo de transmitirlos para capitalizarlos, y es aquí donde nos convertimos, sin saberlo la mayoría de las veces, en una fuente de ingresos. Por ejemplo, IBM agrupa la big data en cinco grandes rubros: 1) la producida por contenido web y redes sociales; 2) la denominada M2M, (machine to machine), transmitida por dispositivos de redes inalámbricas; 3) la “big transaction data”, contenida en patrones de gastos, facturación; 4) la biométrica, comprendida en huellas digitales, escaneo de la retina, reconocimiento facial, genética; y 5) la provocada en notas de voz, correos electrónicos, o mensajes de texto, denominada “human generated information”.

De esta forma, estructurar y modelar cadenas de datos con patrones de volumen, variedad, velocidad, valor y veracidad se ha convertido en una ciencia diversificada, pues, por un lado, transita en la estadística o la informática, y por otro, también lo hace por el derecho.

A los mexicanos parece no importarnos mucho lo que se hace con nuestros datos, ni por las corporaciones y empresas, ni mucho menos por las entidades públicas. Prueba de ello, es que conforme a la última estadística publicada por el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), desde el año 2015, y hasta finales del 2020, solamente se instauraron 200 procedimientos que derivaron en la aplicación de multas por un tratamiento indebido de datos personales, lo cual llama la atención dado que somos un país de casi 130 millones de personas, en los que cada uno es titular de datos.

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Por si fuera poco el interés, no muchos conocemos y hemos leído la regulación de protección de datos personales en México, que dicho sea de paso, está diversificada en un cúmulo de leyes federales y locales, que pasan por la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares, la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados (es decir, las autoridades federales), 32 leyes locales de protección de datos personales en posesión de sujetos obligados (las autoridades estatales y municipales), sumados a sus respectivos reglamentos federales y estatales, ello, sin tomar en cuenta que en algunos municipios de los 2 mil 471 que tiene nuestro país, se han puesto creativos y expedido reglamentos para tales efectos. Como puedes ver, tampoco nos la ponen fácil para que conozcamos nuestros derechos a la protección de datos, los cuales, salvo contadas excepciones, pueden verse limitados, como en asuntos de seguridad nacional o de salud pública.

Si llegaste hasta aquí, te seguirás preguntando “¿cuánto vale un dato?”. La consultora Price Waterhouse Cooper destaca un estudio del INAI y estima que nuestra información en el mercado mexicano llega a valer hasta 235 pesos, dependiendo, claro está, de su volumen, variedad, velocidad, valor y veracidad. Con esa cifra, te invito a reflexionar sobre la cantidad de información que has ido dejando esta semana, nada más en redes sociales, abonando a las 147 mil fotos y 150 mil mensajes que se compartieron por minuto en Facebook, o a las 347 mil historias y 138 mil 889 “clics” en anuncios de perfil comercial por minuto, que dejamos en Instagram.

Te espero en mi cuenta de Twitter @enrique_pons para seguir compartiendo datos. Nos leemos la próxima semana.

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