A ocho años del caso de Mireya Montiel, familiares de personas desaparecidas marchan en Cuernavaca para exigir justicia

Foto: Especial

Por Ana Lucía Hernández

Tranquilina Hernández Lagunas no ha dejado de buscar a su hija Mireya. La última vez que la vio fue el 13 de septiembre de 2014 en su casa de Cuernavaca.

Le perdió el rastro cuando tenía 18 años. En los próximos días, Mireya cumplirá 24 años.

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Mireya se levantó, salió con su pijama y se puso a tomar un café. Su novio llegó y salieron, me dijo que iban a entregar una lista de útiles. Ya no supe nada de ella y desde entonces ha sido un calvario”, recuerda Tranquilina durante la marcha que decenas de personas realizaron este martes en calles de Cuernavaca, Morelos.

Tranquilina asegura que el novio de Mireya está involucrado en su desaparición, pero con el paso de los años los rastros para seguirla se han perdido.

“Él sigue diciendo que dejó a Mireya sentada afuera de la casa de su abuelita, que la dejó cinco minutos y mi hija se fue. Después de ocho años sigue diciendo lo mismo y después de ocho años ya se perdió mucha evidencia y muchas líneas de investigación. Si me preguntas, no tengo claro dónde está mi hija, sólo sé que su novio la sacó de la casa”, agrega.

A la par de Tranquilina, familiares de personas desaparecidas marcharon en Cuernavaca para exigir justicia por Mireya y las más de 100 mil personas desaparecidas. El contingente partió de la Glorieta de Tlaltenango y llegó a la Plaza de Armas, en el centro de la ciudad, donde se extendieron mantas con las fotografías de personas desaparecidas.

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“Hoy nuevamente salgo a las calles, como los cientos de veces que lo he hecho, con tu rostro en mi pecho, para clamar por ti, gritar por ti, Mireya. Porque no es justo que tu hermosa vida haya sido frenada de tal manera. No es justo que no estés aquí, disfrutando de tu juventud. No es justo que estemos sin ti, mi niña”, dice Tranquilina.

La mamá de Mireya reprocha que después de ocho años no haya avances en la investigación y que las autoridades no tengan interés en el caso.

“El estado y la federación se la han pasado cambiando de ministerios públicos, cambiando de policías. Es más lo que yo he hecho para encontrarla, me he ido a Tijuana, a los lugares de tolerancia, a las garitas. Yo he buscado a mi hija hasta debajo de las piedras y lo seguiré haciendo. No decidí esta historia, pero sí decidí levantar la voz y poner el cuerpo para volver a mi hija a mis brazos. Yo lo único que pido es que me digan en dónde la dejaron, lo único que quiero es poder recuperarla”, asegura.

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