Grupos criminales no se conforman con el derecho de piso… controlan el mercado de alimentos y mercancías en la Tierra Caliente de Michoacán

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Foto: Cuartoscuro (imagen de archivo)

Por Cecilia Reynoso

En la tenencia de Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana, cualquier habitante que se atreva a comprar la despensa básica de alimentos afuera de la comunidad o comercializar mercancías por cuenta propia corre el riesgo de ser golpeado o desaparecido.

A esta comunidad del municipio de Buenavista Tomatlán, ubicado en la Tierra Caliente de Michoacán, llegaban diariamente camiones de reconocidas marcas comerciales con diversas mercancías (refrescos, huevos, frituras, paquetes de pan, dulces, cereales, aceites de cocina, servilletas, papel de baño, entre muchas otras) que distribuían en las tiendas de abarrotes.

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Desde hace más o menos un año, cuentan habitantes de forma anónima, los camiones dejaron de distribuir las mercancías en las tiendas y empezaron a dejarlas en una bodega ubicada en el centro de La Ruana, propiedad de Cárteles Unidos, grupo delictivo que opera en el poblado. Desde entonces este grupo distribuye todas mercancías a las tiendas de la comunidad donde viven alrededor de 10 mil personas.

“Y cuidado y se le ocurriera a alguien entregar mercancía directamente a alguna tienda. Los ‘señores’ ya tienen camionetas para distribuir los productos, obviamente los venden más caros. Lo lógico sería ir a abastecernos donde estén más baratos, pero por miedo no lo hacemos”, explica un abarrotero a Latinus, que como otros pobladores pide hablar desde el anonimato para evitar represalias.

Quienes viven en la comunidad deben abastecer su despensa en las tiendas locales.

“Hay un Aurrera en Buenavista (la cabecera del municipio), como a unos 18 kilómetros de aquí, donde íbamos por el mandado porque era más barato, pero ya no podemos hacerlo porque hay que comprar todo en las tiendas de abarrotes a las que ellos abastecen”, asegura un habitante de La Ruana.

Los precios prácticamente de todos los productos que se venden en La Ruana son determinados por el grupo delictivo, refieren pobladores entrevistados por Latinus.

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“Aquí controlan todo lo que se produce. El ganadero debe vender sus animales a los delincuentes, ellos deciden cuándo y cuánto se mata. Los carniceros tienen que comprarles a ellos, al precio que digan. Y lo mismo pasa con el cerdo y con el pollo,” asegura otro comerciante.

El cobro de piso es cotidiano. Además, comenta un productor agrícola, las empresas empacadoras de limón deben pagar otra cantidad de dinero por cada kilo que compran.

“Por ejemplo, hoy los empacadores nos iban a pagar por cada kilo de limón 9.90 pesos, pero acabaron pagando 7.90 pesos por kilo porque los delincuentes así lo ordenaron para ellos quedarse con los dos pesos restantes. Recientemente, los ‘malandros’ convocaron a todos los vendedores de los insecticidas que usamos en nuestros cultivos para avisarles que deberán empezar a pagar el cobro de piso cada mes. A ellos nunca los habían molestado y eso a nosotros nos afectará mucho porque el precio de los insecticidas aumentará”, explica el productor de limón entrevistado por Latinus.

El control de la actividad económica y el acaparamiento de la producción de mercancías por parte de los grupos criminales está presente en toda la región de Tierra Caliente de Michoacán, en la que se encuentran los municipios de Nueva Italia, Buenavista Tomatlán, Parácuaro, La Huacana, Tepalcatepec, Aguililla, Gabriel Zamora y Apatzingán. Este último municipio tiene una población de alrededor de 126 mil personas y una gran producción agrícola y ganadera.

Algunos empresarios, comerciantes, productores agropecuarios y habitantes de Apatzingán aseguran que los grupos criminales empezaron a controlar las actividades económicas desde 2007, cuando el grupo delincuencial de La Familia Michoacana dominaba la región.

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Empezaron con la venta de tortillas y de maíz, pero ahora ya se ha extendido a todos los sectores de la economía y productos. Un comerciante de la región, dedicado a la venta de productos para la elaboración de pan, expone que hace unas semanas todos los que comercializan huevo recibieron una advertencia de los delincuentes.

“Nos dijeron que si comprábamos huevo al mayoreo sólo podíamos comprárselos a ellos y al precio que ellos fijaran,” explica el comerciante.

Pobladores aseguran que los camiones de Coca-Cola, Pepsi o Corona que comercializan esas bebidas ya no llegan a Aguililla.

“Todo lo acaparan los delincuentes, lo tienen en bodegas. Si quieres vender esos productos en tu tienda, les tienes que comprar a ellos, al precio que te den y no puedes surtirte en otros lugares, porque si lo haces mínimo te cierran el negocio o te corren de aquí”, lamenta un comerciante.

Quienes producen mercancías cuya distribución no ha sido prohibida por los delincuentes, deben pagar derecho de piso y otra cuota para transportar sus productos sin problemas.

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“Para poder ir de Apatzingán hacia los municipios de Buenavista y Tepalcatepec pago a la delincuencia una cuota de 100 pesos por cada camioneta compacta y 500 pesos por cada camioneta de tres toneladas. A veces debo usar caminos que ya están en Jalisco y ahí tengo que pagar otra cuota al Cártel Jalisco Nueva Generación”, detalla un empresario.

Otro empresario declara: “Tenemos muchos años bajo este control y cada vez mayor. Prácticamente toda la producción agropecuaria de Tierra Caliente paga un impuesto criminal. Es mucho lo que se les da. Para que se dé una idea: En el Valle de Apatzingán se producen alrededor de 700 mil toneladas de limón al año, si una tonelada tiene mil kilos y los delincuentes se llevan al menos un peso por kilo, acaban ganando cada año 700 millones de pesos. Eso, sólo del limón.

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