Ciudad Juárez ofrece un sueño posible a niños migrantes: estudiar

migrantes Ciudad Juárez
Foto: AP

AP.- Con su tarea de geometría en las manos y una sonrisa que le iluminaba los ojos por sobre su barbilla, Víctor Rodas se dirigió hacia la maestra mientras los otros alumnos seguían trabajando en un aula. Están en Ciudad Juárez, Chihuahua.

“¡Estoy ganando la carrera!”, dijo feliz el niño de 12 años: “Ya terminé, maestra. Le gané a todos”.

Lee también: Arizona se prepara para una avalancha de migrantes en mayo, cuando termine el Título 42

Víctor participa en un programa de estudios para niños migrantes en Ciudad Juárez y le lleva ventaja a muchos chicos como él, que, al escaparle de la violencia y la pobreza de sus países, pierden meses de educación, a veces, años.

En esta ciudad frente a El Paso, Texas, miles de familias de migrantes esperan respuesta a sus pedidos de asilo en Estados Unidos.

El gobierno estadounidense hace que muchos esperen en México por sus citas con el servicio de inmigración. El 23 de mayo expirará una suspensión de las admisiones de pedido de asilo impuesta durante la pandemia del coronavirus.

Albergues manejados por pastores se coordinan con maestros para apoyar, ya sea llevando a los chicos a escuelas alternativas en las que aprenden matemáticas, a leer y a lidiar con la angustia que sienten, u ofreciéndoles maestros especialmente preparados.

Si bien el programa de estudios no es religioso, la fe anima estos proyectos, lo mismo que otras iniciativas para ayudar a los migrantes en la frontera.

Entérate: Diputados de oposición temen que desaparición del Título 42 fomente un aumento de la migración si EU no toma medidas adicionales

También prepara a muchos de los maestros que saben que la educación es vital para el futuro de estos chicos, para su capacidad de socializar, de encontrar empleos en edad adulta y de sentirse bien donde sea que terminen.

“Se incorporan al sistema educativo, para que vayan agarrando confianza”, declaró Teresa Almada, que dirige Casa Kolping, donde estudia Víctor y que cuenta con el apoyo de una organización fundada hace tres décadas por miembros laicos de parroquias católicas.

“También es importante… que las familias no se sientan en territorio hostil”, destaca Almada.

Una hermana mayor de Víctor, Katherine Rodas, de 22 años, escapó a las amenazas de muerte en Honduras, con él y otras dos hermanas que ella crió tras la muerte de su madre.

Si bien ella y su marido le tienen mucho miedo a las pandillas y no salen de un albergue administrado por la orden claretiana, no dudó un momento cuando surgió la posibilidad de que sus hermanos fuesen llevados a Casa Kolping.

El programa comenzó a funcionar en octubre y durante un tiempo los maestros alentaron a los padres a que acompañasen a sus hijos a las aulas para que se sintiesen más cómodos. Una de las que lo hizo fue Lucía, madre soltera de tres niños que partió del estado mexicano de Michoacán cuando un cartel “se apropió de la cosecha y de todo”, según dijo.

“La educación es importante para que se puedan desarrollar como personas y se puedan defender ante de lo que les ponga la vida”, agregó, mientras preparaba el desayuno en una cocina comunal del albergue, donde su familia lleva nueve meses.

No te pierdas: ICE contrató a empresa de datos para obtener información de migrantes y poder deportarlos, acusan activistas

Sueñan con estudiar en Estados Unidos

Del otro lado de la frontera, Víctor se imagina escuelas “grandes, bien cuidadas”, y donde quizá su sueño se podría cumplir: ser arquitecto. Trata de dibujar casas cuando consigue papel.

“Si les pregunta a los niños, su mayor sueño es pasar a los Estados Unidos”, manifiesta la maestra Yolanda García.

Muchos padres creen que no tiene sentido inscribir a sus hijos en escuelas en México ya que no piensan quedarse.

Muchos maestros públicos, por otro lado, se muestran reticentes a admitir niños migrantes por temor a perder sus clases si se reducen demasiado cuando estos niños se van, de acuerdo con Dora Espinoza, directora de una escuela primaria de Ciudad Juárez.

La UNICEF ayuda a financiar Casa Kolping como un programa piloto, cuyos estudios son reconocidos por las escuelas tanto de México como de EU.

Comparte esta nota