No todos los cubrebocas protegen igual: la UNAM explica la utilidad de cada uno según su manufactura

Salud prepara lineamientos sobre el uso del cubrebocas en espacios cerrados, informa López Ridaura
Foto: Cuartoscuro.

Dado a que los organismos de salud han aceptado –tras la irrupción de la variante Ómicron– que la transmisión de la Covid-19 ocurre por inhalación, la eficacia del distanciamiento social para evitar el contagio se reduce, por lo que el cubrebocas, luego de las vacunas, es el segundo punto de protección contra el coronavirus, aseguró Sandra Rodil, investigadora del Instituto de Investigaciones en Materiales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Puedo pensar que si no tengo a nadie alrededor no hay peligro, pero si hay una corriente de aire que trae los aerosoles estamos expuestos a ellos. Debemos aceptar que el SARS-CoV-2 se esparce por vía aérea y demanda el uso de la mascarilla para prácticamente todo”, dijo la investigadora.

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De ahí que sea fundamental conocer la utilidad y el grado de protección contra el coronavirus que pueden otorgar los distintos cubrebocas disponibles en la actualidad para la población.

“Tenemos que pensar cuál es el nivel que cada quien tiene de exposición al virus, qué tanto más hay que protegerse si se está en contacto con muchas personas al mismo tiempo o si mi riesgo es menor porque se sale lo mínimo necesario y se está en lugares ventilados”, señaló Rodil.

Los que aportan la mejor protección, de acuerdo con la investigadora de la UNAM, son los N95 o KN95, que son capaces de filtrar el 95% de partículas y aerosoles de hasta 3 micras. “El problema que tenemos aquí es que debemos considerar que son desechables y de un sólo uso, su diseño está pensado para que se utilice alrededor de cuatro horas. Después de ese tiempo la eficiencia va decayendo”, acotó.

En cuanto a eficiencia, les siguen los cubrebocas quirúrgicos, que están diseñados para que a nivel hospitalario el portador, doctores o enfermeras, no contaminen a un paciente. “Es para proteger al paciente, no al usuario”, explica Rodil, y agrega: “Lo que se mide para ellos es que filtre a las bacterias, caen en una eficiencia de filtrado ligeramente menor que los KN95”.

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En cuanto a los cubrebocas de tres capas, Rodil apunta que dan una eficiencia de filtrado de alrededor de 50%, “y se ha demostrado que es bastante bueno para el público en general que no está expuesto a un contacto tan directo con personas enfermas”, resaltó.

Con respecto a los de tela, la investigadora universitaria recomendó que estos sean de al menos tres capas, y que de ser elaborados a mano, deben contar con dos capas de tela y en medio una tercera de un material polimérico como el pellón para conseguir aumentar su protección.

Por último, Rodil explicó que las gotas mayores transportan una cantidad mayor del virus que las pequeñas, por lo que cualquier cubrebocas de tela, aunque no tenga la eficiencia de un KN95, filtrará estas partículas más grandes, lo que reducirá la carga viral.

“Las partículas más grandes efectivamente llevan una mayor cantidad; cualquier protección que me ponga filtrará las partículas de mayor tamaño con mayor carga viral, las pequeñas seguirán pasando pero con una menor cantidad de virus”, puntualizó.

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