El Partido Socialdemócrata (SPD) recuperó hoy, apenas en la rayita, el liderazgo en Alemania a través de Olaf Scholz, el nuevo canciller federal al frente de una coalición inédita con verdes y liberales, que cierra el periodo de 16 años en el poder de la conservadora Angela Merkel.
Scholz, de 63 años, vicecanciller y titular de Finanzas en la última gran coalición, fue investido por el Parlamento federal (Bundestag), dos meses y medio después de las elecciones generales y tras un exitoso proceso negociador en busca de socios de gobierno.
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A los alemanes les convenció su promesa de continuidad del legado de Merkel y su fama de promover gestiones políticas de forma eficaz y profesional. Scholz, reconocido por pragmático y poco carismático por la política alemana, le ayudó el discurso de querer erigirse en sucesor de la canciller sin ser siquiera de su mismo partido.
El relevo entre Scholz y Merkel ha sido un ejercicio de juego limpio entre estos dos políticos representantes del centrismo, aunque desde familias políticas opuestas.
Scholz, un pragmático de la corriente centrista en la familia socialdemócrata, llegó a su objetivo tras una campaña, basada más en el continuismo que en la ruptura con la línea de su entonces jefa de gobierno.
Llegó a dejarse fotografiar en plena campaña mostrando el gesto con las manos en forma de rombo, característico y sello de identidad de la canciller.
Hasta que se convirtió en vicecanciller de Merkel, muchos de sus compatriotas identificaban a Scholz con los graves disturbios registrados en Hamburgo durante la cumbre del G20 (los países más desarrollados y emergentes) en 2017. Era por entonces alcalde-gobernador de la ciudad estado.
En 2020, ya al frente de Finanzas, su imagen se vio de nuevo salpicada por el escándalo Wirecard, la compañía de pagos electrónicos que falseó balances sin que Finanzas lo evitara.
Sus detractores le achacan falta de empatía y le han comparado incluso con un robot. Pero Scholz ha sabido darle la vuelta a su figura de gris funcionario y transmitido la idea de garante de estabilidad.
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La biografía de Scholz está ligada al SPD en lo público y en lo privado: está casado con su correligionaria Britta Ernst desde 1998 y tiene su residencia familiar en Potsdam, capital de Brandeburgo, el estado federado que envuelve Berlín y de cuyo gobierno es su esposa ministra de Juventud, Educación y Deporte.
Tras jurar su cargo, Scholz se dirigió a la Cancillería, donde Merkel le saludó ya como “nuevo canciller federal”. Su sucesor le agradeció el trabajo conjunto y la buena cooperación, especialmente en esta pasada legislatura, en que fue vicecanciller y ministro de Finanzas de la última gran coalición de Merkel.
Asistió a la investidura de su sucesor desde la tribuna de invitados del Parlamento (Bundestag), debido a que ya no es diputada en la actual legislatura. Recibió desde ahí una larga ovación de los diputados de casi todo el espectro parlamentario, con excepción de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
