Huracán “Grace” arrasa con casas y deja decenas de damnificados en Boca del Río, Guerrero

Huracán "Grace" arrasa con casas y deja decenas de damnificados en Boca del Río, Guerrero
La comunidad de Boca del Río, Guerrero, una de las más afectadas. FOTO: Alina Navarrete

Alina Navarrete / Corresponsal 

En Boca del Río, localidad que pertenece al municipio de Florencio Villareal (Cruz Grande), incrustado en la región Costa Chica de Guerrero, el mar arrasó con unas 60 viviendas, unas quedaron sepultadas bajo la arena y otras fueron completamente destruidas por las olas.

A pesar de que el huracán “Grace” no tocó territorio guerrerense, en Boca del Río hay destrozos propios del fenómeno natural que dejó a decenas de familias damnificadas en Veracruz

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Boca del Río está a orillas del Pacífico, a poco menos de cuatro horas de distancia (en automóvil) de Chilpancingo, la capital de Guerrero. Los pobladores se dedican al comercio, principalmente la venta de mariscos, pero también se emplean como peones, albañiles y en el campo.

En mayo pasado, comenzó la actividad inusual del mar: las olas alcanzaron más de un metro de altura y dejaron toneladas de arena tras de sí, dejando varias casas sepultadas. Hace tres semanas, el oleaje volvió a aumentar pero esta vez derrumbó las viviendas de la calle principal.

María de Jesús Tornés Gallardo, originaria de la localidad, vive al final de la calle con su esposo Mario Cruz Guillen y sus tres hijas. Es de las pocas afortunadas que conserva la mitad de su hogar, aunque lo único que se salvó es su tienda de dulces, refrescos y frituras. El mar “se llevó” parte del piso, una pared y techo de la sala y los cuartos.

La señora que lleva 38 años viviendo en Boca del Río recuerda que año con año el nivel del mar aumenta, las casas se inundan, pero al cabo de unas semanas el agua retrocede. Este año, ha mantenido su paso firme, acabando con enramadas y casas.

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“Tenemos mucho miedo, nunca había pasado, el mar estaba lejos, lejísimos. Yo quisiera que el presidente (Andrés Manuel López Obrador) viniera a ver cómo vivimos, estamos abandonados, la verdad”, expresó en entrevista con Latinus.

Rosivel Vázquez Martínez y Dora Luz Olivar Rodríguez, vecinas de doña María, coinciden en que “nunca había pasado” un fenómeno como el actual. No están seguras de si es Mar de Fondo, lo dudan. Quizá se deba a la luna o, simplemente, el mar está reclamando el espacio que sus antepasados tomaron para asentarse, cuentan.

Rosivel es ama de casa. Junto con su esposo, hijas e hijos, vivía en la calle principal de Boca del Río hasta que las olas derribaron su hogar. Ahora, la familia vive en un solo cuarto, en casa de una vecina.

“Tristeza”, es lo que Rosivel siente al mirar su casa echa pedazos. Era el único patrimonio de su familia. Calcula que han perdido más de 150 mil pesos. Y sí, considera que “hace falta” apoyo de las autoridades, pues ningún funcionario ha acudido a verificar cómo se encuentra la comunidad; los damnificados sobreviven gracias a sus ahorros y a la solidaridad de los vecinos.

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Dora Luz cuenta que su casa fue “destrozada, solamente ha quedado un pedazo de pared”. No descarta la posibilidad de volver a construir una vivienda, “aunque sea de madera”. Sus hijos le preguntan dónde está su casa y cuándo volverán. Ella trata de animarlos ante las circunstancias.

Lo que Dora Luz espera es “que nos ayuden, no sé ni qué decirle al gobierno, porque la verdad necesitamos el apoyo aquí, toda esta gente necesitamos el apoyo”, dijo.

Sin su casa y con deudas debido a la crisis económica que enfrentan, las familias damnificadas de Boca del Río están en contra del regreso a clases presenciales, pues son las madres de familia las que se han encargado de la limpieza de las instalaciones y absorben esos gatos. Hasta hoy, saben que solo la primaria de la comunidad reabrirá sus puertas, pese a que no cuenta con servicio de luz y agua.

Ante este panorama, los habitantes de Boca del Río llamaron a las autoridades estatales y federales a que apoyen a los damnificados, ya sea con recursos para que puedan recuperar sus casas, o bien, reubicándolos en otra zona, donde no corran el peligro de perder nuevamente su patrimonio.

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