En Estados Unidos, los proveedores sin licencia de cuidado infantil en el hogar, actividad tipificada por las autoridades como “cuidado de familiares, amigos y vecinos” (FFN, por sus siglas en inglés) se vieron afectados por la pandemia debido a que las familias de los niños a su cuidado prescindieron en su mayoría de sus servicios, y los gobiernos de todos los niveles no los contemplan en los programas de ayuda.
Los cuidadores de FFN atienden a alrededor de 7 millones de niños menores de seis años en Estados Unidos, y de acuerdo con un estudio del Migration Policy Institute que data de 2015, aproximadamente 25% de estos proveedores se identifican como latinos, y 18% son migrantes, indica un reportaje del medio estadounidense NBC News, realizado en colaboración con The Fuller Project.
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El artículo destaca que las probabilidades de recibir asistencia financiera por la pandemia por parte de los proveedores de habla hispana de cuidados infantiles sin licencia es la mitad, en comparación con sus contrapartes de habla inglesa.
Además, la dificultad para obtener recursos es mayor para los proveedores de atención FFN debido a que no tienen una licencia. Antes de la pandemia, los proveedores de FFN todavía tenían generalmente menos acceso a los subsidios y se les pagaba menos que a quienes ejercen en el sistema formal de cuidado infantil.
Los proveedores con licencia reportaban una ganancia anual en promedio de 29 mil 377 dólares (585 mil pesos). En comparación, los proveedores sin licencia de cuidados infantiles ganaban en promedio 7 mil 420 dólares al año (148 mil pesos al tipo de cambio actual).
A estas disparidades, se añade que, si bien la mayoría de los estados permiten que los proveedores de cuidado infantil sin licencia participen en programas de financiación, para acceder a éstos tienen como requisito la verificación de antecedentes en todo el hogar para recibir el subsidio.
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Esto puede desalentar a los cuidadores indocumentados o a los que trabajan en hogares con estatus mixto de solicitar la asistencia. Cabe apuntar que los cuidados infantiles de las FFN se prefieren en comunidades de migrantes donde predomina en el español u otros idiomas distintos al inglés.
Expertos consultados en el artículo apuntaron además que muchos de los proveedores de FFN pueden no hablar inglés, contar apenas con la escolaridad secundaria y no estar conectados culturalmente, elementos que suman en contra para el acceso a los subsidios.
También, anticipan que los proveedores de las FFN jugarán un papel de vital importancia para que las mujeres participen en la fuerza laboral después de la pandemia, de ahí que sea importante garantizar que estos cuidadores mantengan sus trabajos.
El artículo indica que hasta el momento pocos estados han otorgado recursos para los fondos de emergencia para las FFN, y que los que lo han hecho, contribuyen con poco.
Así, la mayoría de los apoyos obtenidos para los cuidadores infantiles sin licencia provienen de diversas organizaciones civiles, que las han gestionado en la filantropía privada.
