La multipremiada y reconocida bailarina mexicana Elisa Carrillo regresará a México el próximo 30 de julio en el Festival Danzatlán, que se llevará a cabo del 30 de julio al 7 de agosto de forma híbrida, un año después de ser completamente virtual.
“Sigo soñando y trabajando para lograr cosas”, señaló la bailarina contemporánea más notable de México, convencida de que el interés por el arte y la danza aumentó durante la pandemia.
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La primera bailarina del Staatsballett Berlín tiene una fundación que lleva su nombre en apoyo a niños con grandes sueños como los que ella tuvo en la danza. Junto con el gobierno del Estado de México, lleva cuatro años impulsando el Danzatlán, el festival más grande en su tipo realizado en el país.
“El arte ha mantenido la máquina funcionando. Creo que es un momento para darnos cuenta de la importancia que tiene, de lo importante que es para el ser humano dejarse ir por algo bello, de disfrutar de la bella forma de acercarte a la parte más profunda de tus emociones”, afirmó Carrillo, quien ha sido una gran promotora de la danza en México.
“Llevábamos dos años muy bien y llegó la pandemia, a pesar de toda la dificultad seguimos ahí presentes y es una bendición. El año pasado fue digital y ahora va a ser un formato híbrido”, indicó la bailarina, quien espera llegar a México en unas cuantas semanas después de una larga ausencia.
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El evento transmitirá funciones de ballet de compañías internacionales y estará compuesto de tres galas presenciales en las que la primera bailarina compartirá escenario con grandes figuras de la danza clásica, como Mikhail Kaniskin, Dino Tamazlacaru y Yolanda Correa.
Con esta última, Elisa Carrillo tendrá una charla sobre su trayectoria como mujeres latinas en esta disciplina a nivel mundial.
La ganadora del Premio Benois de la Danza 201 aseguró que el encierro tan estricto no fue sencillo. “Hay cosas que uno no puede hacer en casa, porque el piso no es el ideal, esa parte del movimiento de no tener un espacio donde puedas correr y sentir que realmente tu cuerpo está bailando fue muy duro”, confesó.
Pero como suele ver el lado positivo de las cosas, la bailarina de 39 años resaltó que ha tenido la posibilidad de compartir todas las noches cosas tan simples como la cena con su hija y su esposo, el también bailarín, Mikhail Kaniskin.
Con información de EFE
