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De acuerdo con el Banco Mundial, los países de América Latina y el Caribe no están aprovechando el bono demográfico, ya que la tasa de ahorro es de apenas del 15% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que resta las posibilidades de una acumulación de capital y, por tanto, de un aumento de productividad.
Antes de llegar a tener grandes poblaciones de adultos mayores, los países de América Latina y el Caribe tienen la oportunidad de usar el bono demográfico, que permite aprovechar al gran número de personas en edad de trabajar, y con capacidad de ahorro para favorecer el crecimiento económico en el corto plazo y un futuro más estable.
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Un mayor crecimiento hoy, con una población en edad de trabajar y con capacidad de ahorrar en sus niveles máximos permitiría un aumento en la tasa de ahorro nacional, lo que permitiría en un futuro que la población más envejecida pueda recibir mayores recursos fiscales para servicios sociales, de salud y de pensiones.
Según un estudio del Banco Mundial, las naciones que integran Latinoamérica se encuentran en plena transición demográfica, es decir que se dirigen a tener una mayoría de población más envejecida como resultado de un aumento lento pero sostenido de la esperanza de vida y una caída de la fecundidad.
Al tener un mayor número de jóvenes en este momento y ante el descenso en la tasa de natalidad, el cambio en la estructura en el futuro llevaría a que el gasto social pase del 12.8% del PIB en 2015 al 19% en 2045, con alta heterogeneidad en la región. Por ejemplo, el gasto público social esperado en Brasil sería equivalente al 38% del PIB, mientras que apenas del 4.4% en Guatemala.
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Conforme a algunas recomendaciones del organismo, la productividad podría incrementarse por medio de la inversión en capital humano, mejorando sus habilidades y destrezas para aprovechar el bono demográfico.
Además, promover hábitos saludables que mejoren la calidad de vida y reduzcan la morbilidad, para aliviar la presión sobre el sistema de salud.
También recomienda fortalecer al sistema financiero y la estabilidad macroeconómica para ofrecer mayores alternativas de ahorro tanto para los residentes nacionales como para los ahorradores externos.
Direccionar el ahorro hacia la inversión, lo que permitiría incrementar el stock de capital físico necesario para aumentar la productividad.
Reformar los sistemas educativos y de formación continua, entendiendo que el ciclo formativo de una persona no finaliza con los estudios formales, sino que es un proceso que acompaña toda la vida.
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