El estado de Georgia celebró el martes una jornada electoral que decidirá qué partido tendrá el control de la cámara alta del Congreso de Estados Unidos y con él la capacidad de promover o bloquear la agenda progresista del presidente electo Joe Biden.
En los últimos días de la reñida carrera, el presidente Donald Trump acaparó la atención por haber presionado al principal funcionario electoral del estado para revertir la victoria de Biden en Georgia. Pero para el demócrata, que el miércoles podría ver cómo el Congreso ratifica los resultados electorales pese a los reclamos de Trump, la prioridad es el desenlace de los comicios de segunda vuelta en Georgia.
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¿Qué se eligió?
Los ciudadanos de Georgia emitieron su voto en las urnas o vía correo para elegir entre los candidatos a ocupar dos escaños del Senado de Estados Unidos.
Una de las contiendas enfrentó al demócrata Raphael Warnock, un pastor de una iglesia en Atlanta, y a la republicana Kelly Loeffler, quien fue nombrada como senadora hace un año.
En la otra, el demócrata Jon Ossof, un exfuncionario y periodista, compitió por el escaño contra David Purdue, un empresario cuyo mandato en la cámara alta concluyó el domingo pasado.
¿Por qué importa quién gane?
De mantener uno de los dos escaños en juego, los republicanos conservarían la mayoría en el Senado, y probablemente bloquearían muchas de las propuestas de Biden en áreas como el cambio climático y el alivio económico por la pandemia de coronavirus.
Pero una doble victoria de los demócratas en Georgia dividiría el Senado 50-50, y representaría otra fuerte derrota para los republicanos, que no lograron conseguir la mayoría en la Cámara de Representantes.
En caso de que la cámara alta del Congreso quede dividida equitativamente, el partido que ostente la vicepresidencia es el que tiene el control, y es por ello que la vicepresidenta electa Kamala Harris, ante un empate, tendría el poder de emitir el voto decisivo.
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¿Qué poder tendrían los demócratas?
Los demócratas podrían utilizar los 51 votos para confirmar a los nominados de Biden para puestos en el gabinete, para jueces federales y, de abrirse un espacio, un escaño en la Corte Suprema.
También podrían utilizar un mecanismo que les permitiría aprobar una legislación con 51 votos, y no con los 60 que normalmente requerirían, pero ésta deberá estar relacionada con presupuestos o gastos.
