AP.- El exdirector del FBI, James Comey, comparece este miércoles sobre su papel en la conducción de la investigación de la oficina sobre los vínculos entre la campaña de Trump de 2016 y Rusia.
Comey es el último ex funcionario de alto perfil del FBI o del Departamento de Justicia que testifica en una investigación dirigida por el presidente del comité, el senador republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham.
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El interrogatorio de Comey, realizado a unas semanas de las elecciones de 2020 y mientras el comité se prepara para las audiencias de confirmación del nominado a la Corte Suprema del presidente Donald Trump, subraya hasta qué punto la investigación del FBI hace cuatro años sobre la posible coordinación entre la campaña de Trump y Rusia sigue estando al frente en la mente de los legisladores republicanos, que ven una oportunidad para reunir apoyo para el presidente y presentarlo como víctima de una aplicación de la ley parcial.
Un informe del inspector general del Departamento de Justicia no encontró evidencia de sesgo partidista y concluyó que la investigación se abrió por una razón legítima, pero reveló problemas significativos en la forma en que el FBI se propuso escuchar a escondidas a un exasesor de seguridad nacional de la campaña de Trump. Los legisladores republicanos se han aprovechado de esos errores para arrojar más dudas sobre la investigación de Rusia y han publicado una serie de documentos desclasificados que, dicen, respaldan la conclusión de una investigación defectuosa.
Eso incluye información que el director de inteligencia nacional, John Ratcliffe, un excongresista de Texas y leal a Trump, dijo que ha desclasificado a pesar de que dijo que no sabe si es verdad. En una carta a Graham, Ratcliffe dijo que a fines de julio de 2016, las agencias de inteligencia estadounidenses obtuvieron “información” sobre el espía ruso alegando que Hillary Clinton, la candidata presidencial demócrata, había “aprobado un plan de campaña para provocar un escándalo contra” Trump.
Pero Ratcliffe agregó que las agencias de inteligencia estadounidenses “no conocen la exactitud de esta acusación o hasta qué punto el análisis de la inteligencia rusa puede reflejar exageración o fabricación”.
