Messi vuelve sin haberse ido… Pero la novela no ha terminado

Leo entrenó solo en su regreso al Barça. (Foto: @FCBarcelona).
• Este lunes el argentino regresó a los entrenamientos con el Barcelona luego de la polémica y amago de marcharse, pero faltan capítulos sobre cómo se adaptará con Koeman y quiénes se irán del club.

Lionel Messi se incorporó el lunes a las prácticas del Barcelona y se cerraron de esta manera dos semanas de incertidumbre respecto al futuro del delantero argentino, que pasó de enviar un requerimiento al club anunciando su salida innegociable a volver a vestirse con el uniforme azulgrana, dispuesto muy a su pesar a cumplir la temporada de contrato que le resta para, ya sin ataduras ni cláusulas especiales, decidir su futuro libremente el próximo año.

A Messi le abandonó el Manchester City por más que oficialmente el nombre del club inglés no haya aparecido. El 10 proclamó que no quería ir a juicio “contra el club de mi vida” porque no podía decir la realidad que asoma tras ese discurso: El City le quería, sí, pero ni en sueños se planteaba la posibilidad de que un juez dictaminase al cabo de los meses que la huida de Lío tenía un coste millonario. ¿Cuánto? 100, 200, 300 millones de dólares… Nadie lo sabe. Pero sopesando el salario a pagarle, al Manchester City la aventura se le escapaba financieramente.

Le quería libre o nada. Y fue nada. Los Messi, mal asesorados y peor aconsejados, quisieron irse del Barça de cualquier manera, pero la firmeza de Bartomeu, a quien aterrorizaba imaginarse como el presidente que perdió al mejor jugador de la historia del club, acabó venciendo. A pesar, también, de que en los despachos del Camp Nou crecían las voces favorables a negociar su traspaso.

En Barcelona se acabó una novela pero se abren otras con Messi de protagonista. La primera, obvio, conocer sus intenciones de futuro. El astro argentino concedió una entrevista (más bien debiera decirse que utilizó un medio que dio voz a su discurso preparado) para anunciar su permanencia en el Barça pero se ahorró expresamente referirse a sus planes.

De entrada se sabe que a partir del uno de enero de 2021 estará en disposición para acordar su fichaje por cualquier otro club y esa es una situación que incomoda, mucho, al aficionado azulgrana. Puede que espere a conocer el nombre del próximo presidente que saldrá de las urnas en abril (o mayo) para saber su proyecto antes de decidir el propio… O puede mantener el deseo de marcharse y acordar con el Manchester City, el PSG, el Inter o quien quiera (y le quiera) su fichaje a partir del uno de julio próximo. Nadie lo sabe.

Nadie sabe, por más que muchos jueguen a las adivinazas, cual es el pensamiento real del 10, cuya primera y más inmediata labor es la de entenderse con Ronald Koeman, el nuevo estratega que llegó al Camp Nou sin necesidad de levantar la voz para anunciar que “se acabaron los privilegios” y que la tan esperada cultura del esfuerzo debe hacerse realidad en una plantilla acomodada que se dejó ir con Valverde y tocó fondo con Setién.

Desesperada, la junta de Bartomeu le dio todo el poder al holandés, personaje de culto en la historia del Barcelona y cuyo carácter recuerda al de Johan Cruyff, su profesor en tiempos pasados y de quien tanto como un sistema de juego, un esquema futbolístico o un talante ofensivo se le espera recuperar el mando que no tuvieron sus antecesores.

Koeman llegó para acabar con la sensación de que las vacas sagradas hacen y deshacen a su antojo y de buenas a primeras rompió el puente de mando que personalizaba Luis Suárez con Messi. Siguió con Arturo Vidal y no lo hizo con Jordi Alba porque el contrato del lateral, hasta 2024, convierte en imposible su salida. Pero el aviso fue claro y conciso.

El entrenador, que hace diez días debía plantearse un Barça sin Messi, habrá rehubicado todas sus ideas desde que Lío, abandonado por el Manchester City, se rindió a la evidencia, dio marcha atrás y volvió al redil. Del entendimiento entre los dos personajes, de carácter fuerte y discurso claro, dependerá en buena medida el éxito o fracaso del equipo azulgrana esta temporada. Y, también, de la nueva realidad del vestuario.

Porque la plantilla acoge al 10 con una frialdad cierta. Ya no es Messi el jefe incuestionable y líder de un grupo dominante y falta por ver como se encaja en ese escenario esta nueva normalidad. Que no saliera a la palestra ni un solo compañero a proclamar abiertamente su deseo de que el capitán recapacitara de su intención de irse demuestra que tiene muchos compañeros pero pocos amigos. Ni tan solo Piqué, colega desde la época en que ambos coincidieron en la cantera, entró en el asunto. Ni Alba… Aunque, claro, la posición del lateral no es hoy precisamente cómoda en el club.

Y falta un último dato a tener en cuenta. ¿Qué piensa la afición? En las redes sociales han chocado frontalmente los mensajes de apoyo con las críticas a la actitud de Messi y aunque, ya se sabe, dos exhibiciones en el césped pueden bastarle para recuperar el cariño del hincha, se sospecha que hoy Lío no es aquel personaje indiscutible de antaño. Suerte tiene, tanta como el presidente, de que el Camp Nou permanece cerrado al público y no habrá, a corto plazo, un referéndum en las gradas.

Lionel Messi se queda en el Barcelona. Pero la novela, pueden estar seguros, no se ha acabado.

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