La detención de Emilio Lozoya, extitular de Petróleos Mexicanos (Pemex), fue anunciada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como la primera parte de su estrategia para exponer las redes de corrupción en el gobierno mexicano.
Sin embargo, el editorial de The Economist señala que este asunto, en lugar de ser un verdadero golpe contra la corrupción, es en realidad una muestra más de su pomposa retórica para recibir el apoyo del público.
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El caso Lozoya podría marcar un “punto de inflexión” en la lucha de México contra la corrupción. “Eso es lo que López Obrador dice que quiere, pero parece poco probable. Preferiría ganar aplausos por denunciar el fraude que construir las instituciones para investigarlo, castigarlo y prevenirlo”, dice el artículo.
En contraste, el diario señala que el mandatario ha delegado al pueblo de México la responsabilidad de enjuiciar a los expresidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. Esto, dice el texto, deja a los funcionarios judiciales como “espectadores”.
“Tal grandilocuencia contrasta con las investigaciones anti-soborno de Lava Jato (Car Wash) en Brasil, que fueron realizadas por jueces y fiscales independientes, y fueron tras tres ex presidentes.”
Aunque existen organismos independientes del gobierno, el diario señala la injerencia que tiene el mandatario en ellas. Un ejemplo es la Fiscalía General de la República, a cargo de Alejandro Gertz Manero. El actual fiscal fue asesor de seguridad de López Obrador durante la campaña electoral del 2018.
Gertz, a su vez, eligió a un fiscal anticorrupción sin hacer una convocatoria pública de candidatos. Esto genera suspicacia sobre la forma en que se combate a la corrupción; esa que el presidente prometió erradicar desde que era candidato.
El desarrollo del caso hace que las palabras del presidente de México, dice el artículo, sean “huecas” ante la ciudadanía.
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Tras los videos revelados en Latinus donde Pío López Obrador recibe dinero para la campaña presidencial de su hermano, senadores y diputados de oposición han solicitado se investigue a Morena, a los miembros del gabinete y al propio presidente.
“Limpiar México requiere la creación de instituciones independientes y eficaces. Esto puede ser más lento y aburrido que el alarde presidencial, pero es mucho más probable que funcione. México necesita el Estado de derecho, no un hombre fuerte”, concluye el artículo.
