AP.- Leesa Huddleston, una trabajadora de la cocina en un casino de Indiana, regresó en junio después de un permiso de tres meses causado por el coronavirus. Recuperar su trabajo debería haber sido un alivio pero no fue así.
Se sintió afortunada de no estar más entre los aproximadamente 30 millones de estadounidenses que permanecen sin trabajo y ahora están luchando con una ayuda por desempleo repentinamente reducida.
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Sin embargo, el regreso de su trabajo no terminó con los problemas financieros de Huddleston. Su empleador, cuyos ingresos se redujeron por la pérdida de clientes, redujo su horario a cuatro días a la semana.
Eso significó una caída de 300 dólares en el pago mensual, dinero que, junto con las horas extra, le había permitido a Huddleston pagar el alquiler, el automóvil y otras necesidades. Ahora, tendrá que decidir qué dejar de pagar cuando agote sus ahorros.
“Voy de un día para otro”, mencionó Huddleston, de 59 años. “Lo manejo mejor algunos días que otros”.
Huddleston pertenece a una categoría de estadounidenses que se pasan por alto en gran medida en un momento en que el desempleo es alto y una prestación federal de desempleo de 600 dólares a la semana de importancia crítica acaba de expirar: personas que todavía tienen trabajos pero cuyas luchas financieras, sin embargo, se han intensificado frente a la pandemia.
Algunos han soportado recortes salariales o se les han reducido las horas. Otros han sido suspendidos temporalmente, sin paga. Muchos simplemente se sienten abrumados por el temor de que su trabajo pueda desaparecer en cualquier momento o de que su empleador en apuros deje de funcionar.
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Están atrapados en las garras de una pandemia que ha golpeado la economía, forzando cierres de negocios y dejando a muchas personas demasiado preocupadas por la infección como para viajar, comprar, reunirse en multitudes o comer fuera, ya que los estados o localidades les impiden hacerlo.
Sin embargo, sus dificultades, tanto como la ola de despidos que provocó el virus, hablan del terrible impacto que el virus ha tenido en la fuerza laboral estadounidense.
No presagian cosas buenas para la economía, dijo Elise Gould, economista senior del Instituto de Política Económica, un grupo de expertos progresista, quien señala que los consumidores ansiosos, tengan un trabajo o no, por lo general recortan el gasto, el principal impulsor de la economía.
“La inseguridad de lo que les ha sucedido a las personas que los rodean puede llevar a las personas a ahorrar tanto como sea posible”, dijo.
El número de estadounidenses despedidos que ha solicitado beneficios por desempleo ha superado el millón durante 20 semanas consecutivas . En total, aproximadamente 30 millones de personas están sin trabajo, dice el gobierno.
El viernes, el gobierno señaló que la economía agregó 1.8 millones de empleos en julio , un retroceso de las ganancias de los dos meses anteriores y evidencia de que el resurgimiento del coronavirus está debilitando la contratación y cualquier repunte económico.
La contratación de los últimos tres meses ha recuperado apenas más del 40% de los puestos de trabajo perdidos por la recesión inducida por la pandemia.
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La cifra de estadounidenses que ha sufrido recortes salariales o reducciones en las horas de trabajo no es tan definitiva. Pero los datos federales, combinados con la investigación económica, sitúan la cifra en alrededor de 11 millones.
En julio, más de 7 millones de estadounidenses informaron que estaban trabajando a tiempo parcial porque les habían cortado las horas, mucho más que los 2.8 millones que lo dijeron en febrero.
Y de marzo a junio, las empresas redujeron el salario de otros 6.8 millones de trabajadores, estimaron economistas de la Universidad de Chicago y la Reserva Federal en un estudio que se basó en datos del procesador de nóminas ADP.
