A una década de que la España del ‘tiki-taka’ se volvió eterna

España campeona del mundo. Lo que nunca había sucedido se hizo realidad hace justamente diez años, un 11 de julio de 2010, cuando un árbitro inglés llamado Howard Webb anunció el final del partido entre la escuadra hispana y Holanda. 

Un gol de Andrés Iniesta en el alargue, a cuatro minutos de su conclusión, certificó la gloria del tiki-taka, cuatro semanas después de un estreno decepcionante frente a Suiza y mezclando a partir de ahí tan buen futbol en el césped como sufrimiento en el marcador.

Casillas en la portería; Sergio Ramos, Puyol, Piqué y Capdevila, en la defensa; Busquets, Xabi Alonso, Xavi e Iniesta, en el centro del campo; Villa, Pedro y Fernando Torres, en el ataque. 

Esta podría considerarse la columna vertebral, los 12 magníficos, de aquel campeonato, apoyados por Cesc Fábregas (el autor de la asistencia definitiva), Jesús Navas y Marchena como principales secundarios de una selección que, campeona de Europa dos años antes, alcanzó la gloria eterna en Sudáfrica.

No fue un camino fácil. Candidata desde el primer día por su condición de campeona europea y tras haber resuelto una fase de clasificación perfecta (10 victorias en 10 jornadas), la España de Vicente del Bosque superó la primera fase con sudor… Y no fue a menos ese sufrimiento, sino a más, a medida que pasaron los partidos. 

“Tuvimos una pizca de suerte cuando la necesitamos”, admitió en días pasados el entonces seleccionador, en una de tantas entrevistas conmemorativas y en que descubrió, abiertamente, que aquella selección fue bendecida con la suerte de los campeones.

El héroe de la Final levanta la Copa del Mundo. (Foto: Mexsport).

DÍA A DÍA

Comenzó cediendo una derrota inesperada en su debut ante Suiza, un 0-1 que hizo temblar los cimientos de un entorno tan ansioso como incrédulo por lo sucedido, que puso en entredicho al entonces inexperto Sergio Busquets, y motivó que el mismo Del Bosque acudiera en su auxilio público proclamando que si volviera a ser jugador “me gustaría reencarnarme en él”, reafirmando la apuesta futbolística de un equipo que no varió apenas nada su guion.

Honduras fue la segunda parada. David Silva, titular en el estreno, se convirtió en el gran damnificado (no volvería a tener protagonismo hasta los últimos cinco minutos de la semifinal) y España solventó ese encuentro dramático con una cómoda victoria por 2-0, con un doblete de David Villa, quien comenzó a labrar aquel 21 de junio su camino a la eternidad.

La fase de grupos la cerró con una victoria necesaria (2-1) sobre Chile. Su mejoría ante Honduras no evitaba que la jornada definitiva se hubiera convertido en un cara o cruz porque una derrota la podía mandar a casa. 

“Íbamos en el autocar rumbo al estadio, y allí nadie abría la boca. Un silencio sepulcral”, relató Joan Capdevila, el lateral zurdo del equipo. Titular del primer al último día y que descubrió el miedo al fracaso que se sintió entre la plantilla. 

Villa e Iniesta solventaron el triunfo sobre la Chile de Bielsa. La Roja de Claudio Bravo, Arturo Vidal, Matías Fernández, Mark González o Alexis Sánchez, que años después, en 2015 y 2016, enlazaría dos títulos de la Copa América.

Clasificada para Octavos de Final como campeona de grupo, España fue a cruzarse con la Portugal comandada por Cristiano Ronaldo, ya ídolo en el Real Madrid. Semifinalista en 2006, la selección lusa había despedido a la generación de los Figo, Deco, Pauleta Couto o Maniche, y se presentaba en los Octavos después de haber tuteado a Brasil en la primera fase (0-0) y goleado (7-0) a Corea del Norte.

“Fue un partido áspero, difícil, incómodo… Fue cuando aprendimos lo que nos esperaba de ahí en adelante”, explicó Sergio Ramos, recordando un partido en el que el meta portugués, Eduardo, fue tan protagonista como Casillas, en el que un mal rechace de Puyol casi le costó un gol a España y que sentenció, superada la hora de toma y daca, David Villa, en un doble remate, primero rechazado por el portero luso y después alojado en la red.

“Cuando le ganamos a Chile empezamos otro Mundial y ese partido de Portugal fue el primero en que comenzamos a sentirnos cómodos y convencidos”, recordó Xavi Hernández. España ya estaba en los cuartos, enfrentada al muro histórico de los Mundiales.

México, en 1986; Estados Unidos, en 1994; y Corea-Japón, en 2002, vieron caer, con terrible pesar, a España en esos Cuartos de Final. “Pero ya no lo sentíamos como una presión, porque veníamos de ganar la Eurocopa y nos tomamos el partido convencidos”, relató David Villa, devolviendo al plano aquel partido de Cuartos ante Paraguay.

Lo superó el equipo de Del Bosque con mucho sufrimiento, brillando con la pelota pero chocando ante un rival rocoso, atrevido… Y que estuvo cerca de avanzarse en el marcador cuando en el minuto 58 Óscar Cardozo, con el 0-0, tuvo en sus pies un penalti que le detuvo Iker Casillas. 

También fallaría el equipo hispano un penalti y cuando se sospechaba la prórroga frente a esa Paraguay del Tata Martino apareció Pedro, estrellando un remate en el palo para que su rechace fuera a los pies de Villa, cuyo disparo, tras tocar en los dos palos, se alojó en la red.

Alemania, en la penúltima etapa. Triple campeona Mundial y tercera clasificada en 2006, la ‘Manschaft’ se sospechaba la mayor prueba de toda la era Del Bosque. “Si ganábamos ya no veíamos techo en la final, pero es que jugábamos ante una selección única que solo con su nombre te lo decía todo”, confirmó Xavi… Sin olvidar las ganas de revancha germanas tras haber perdido ante España la final de la Eurocopa dos años antes, en 2008.

“No teníamos presión ni temor, había confianza y seguridad en nosotros mismos y en justicia fuimos superiores”, relató Busquets. Al pulso físico alemán respondió España con la suavidad y brillantez de su juego, haciéndose con la pelota, dominando y ganando con justicia. Y otra vez, sufriendo y por la mínima. 

“Sí es cierto que siendo un equipo ofensivo nos costaba marcar, pero, por contra, éramos muy fiables atrás”, resolvió el mediocentro azulgrana para explicar esa repetición de resultados tan ajustados.

Esta vez la victoria llegó a balón parado: “Puyol me dijo, me repitió y machacó, en el descanso que ellos defendían los córners en estático y me pidió que le pusiera el balón en el punto de penalti. ‘O marco o meto un alemán en la portería’, me insistió. Y le dije que vale, que ahí lo tendría”, reveló Xavi.

Así fue, superado el minuto 72, cuando un córner desde el costado izquierdo lo botó el medio azulgrana para que su amigo, llegando desde atrás, se elevase por encima de todo el mundo en el punto de penalti para cabecear a la red. Fue un gol casi calcado al que 15 meses antes habían protagonizado ambos en el Bernabéu, en el famoso Clásico del 2-6, solo que esta vez llegó desde la esquina y no de una falta como en marzo de 2009.

LA FINAL, LA GLORIA

El último escalón. “Nos encontrábamos en una posición que hubiéramos firmado todos los que estábamos allí”, manifestó el seleccionador, Del Bosque, para argumentar que el vestuario hispano se tomó la final frente a Holanda como una oportunidad única de entrar en la historia.

No fue una final para guardar en la videoteca. No fue el partido ideal, lejos de la brillantez de la semifinal contra Alemania, y sí muy trabado, duro (13 amonestaciones y una expulsión) y disputado. Ganó España como pudo hacerlo Holanda, a la que Casillas frenó en dos ocasiones magníficas de Arjen Robben durante la segunda parte, antes de llegarse al alargue.

“Conocí a Shakira antes del Mundial y le dije que nos veríamos en la final… Yo siempre tan valiente”, descubrió Gerard Piqué, ya establecido en la época como un jugador providencial de aquella selección y protagonista de excepción en aquel partido definitivo.

Se jugaban ya los últimos instantes del alargue cuando Navas traspasó la línea central por la banda derecha y combinó con Iniesta, que de tacón dejó para Cesc que prolongó hacia Navas, cambiado de banda a la carrera y que entregó el balón a Fernando Torres. El ‘Niño’ centró hacia la corona del área y allí apareció para rechazar en corto Van der Vaart, dejando la pelota en pies de Cesc.

“Cuando tomé el balón y vi a Andrés esperé el momento justo para darle el pase… Y le empujé con todas mis fuerzas para que marcase”, explicó Cesc Fábregas rememorando ese momento eterno.

“Fernando me vio. Quiso hacer el pase, pero se quedó corto y Van der Vaart la rechaza. El balón cae en la frontal y se le queda a Cesc y yo, después de hacer el desmarque por el centro, me quedo ahí al lado, en una posición donde no tengo oponente. Y Cesc me da el pase rápido y preciso, justo para poder controlar y chutar después”, relató Andrés Iniesta en un informe publicado por el diario español ‘El Periódico’, trasladando a la palabra las sensaciones definitivas del momento cumbre.

El histórico gol de Iniesta.

“Al recibir el balón descubrí el silencio. Había miles de personas en el campo, pero en esos momentos estábamos el balón y yo. Los dos solos. Yo ya tenía claro dónde quería que fuera la pelota. Al controlar, sí que es cierto que sale hacia arriba, por lo que tiene que bajar luego para poder golpearle bien. Por eso, espero para golpear a la altura que considero mejor… 

“Otras veces esos remates que parecen fáciles si no los enganchas bien se van fuera o se marchan arriba. En ese caso, el timing fue el preciso. Yo ya pensaba que ese balón tenía que ir dentro. Que debía ser gol… Tenía muy claro dónde debía ir y dónde iría”, especificó el volante que hoy, diez años después, sigue dando cátedra en el futbol japonés.

Y fue gol, en el minuto 116 de una final dramática que catapultó a España hacia la gloria y la eternidad. Se cumplen de ello diez años, un 11 de julio de 2010.

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