La foto que pidió Roberto… “como la de ya sabes quién”

Por Claudio Ochoa Huerta

Washington DC.- “Roberto pidió esta foto”, le dijo Mireya Domínguez Guilbot a uno de los fotógrafos que llegó junto con ella a los pies del monumento a Lincoln, mientras le dictaba el ángulo y la distancia a la que debía estar del presidente López Obrador. El fotógrafo respondió: ¿O sea que quieren una foto como la de ya sabes quién?, refiriéndose a una del presidente Donald Trump tomada hace algunas semanas en el mismo espacio. Mireya asintió con la cabeza. 

La funcionaria de la embajada mexicana fue una de las primeras en pasar las gigantescas columnas del monumento, donde la avanzada del equipo de protocolo ya había colocado una corona de flores con la banda tricolor. También esperaba una pequeña comitiva del Servicio Secreto de Estados Unidos y un policía metropolitano. 

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No parecía que en minutos fuera a llegar un jefe de Estado. El espacio continuó abierto a turistas y deportistas durante al menos 20 minutos más y luego el Servicio Secreto comenzó a limpiar el área. Prensa y espectadores, a los pies de la escalera. 

A las 7:40 de la mañana en punto, sirenas de patrullas comenzaron a sonar a lo lejos. Ya venían el presidente López Obrador y su equipo, escoltados por al menos cuatro policías en motocicleta y cinco camionetas Suburban. 

Más elementos del Servicio Secreto entraron en acción para formar un perímetro entre el monumento a Lincoln y la piscina reflectante, ubicada ahí mismo. 

Primero bajaron de las camionetas el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena; la secretaría de Economía, Graciela Márquez; el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, y el hombre que aparentemente pidió la foto similar a la de Trump, Roberto Velasco, director general para América del Norte de la cancillería. 

Avanzaron hacia el monumento a Lincoln y se colocaron en sus posiciones. El presidente López Obrador esperó unos minutos dentro de su camioneta, solo con su asistente. Su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller no hizo el viaje. 

Finalmente, los agentes del Servicio Secreto le abrieron las puertas al presidente. Ahí lo esperaba el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau

Camino a su encuentro con Lincoln, el presidente López Obrador fue ovacionado por una decena de simpatizantes. “No estás sólo” y “presidente, presidente” le alcanzaron a gritar, para luego cambiar los gritos por “chayoteros, vendidos” contra algunos reporteros. 

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El presidente López Obrador y su comitiva rindieron homenaje a Lincoln y se tomaron las fotografías durante aproximadamente 20 minutos, para luego de nuevo abordar las camionetas del Servicio Secreto rumbo a otro monumento, el de su ídolo: Benito Juárez. 

Ahí, en medio de la Avenida Virginia, muy cerca de la embajada mexicana, de banqueta a banqueta, una decena de manifestantes opositores y un grupo mayor de simpatizantes, intercambiaron gritos e insultos. 

Una escolta para rendir honores a la bandera estaba a los pies de Juárez y de nuevo la comitiva encabezada por el presidente López Obrador bajó de las camionetas. 

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Para Juárez, menos dedicación. El presidente de México no pasó más de ocho minutos en el área, incluyendo la entonación del Himno Nacional Mexicano. Antes de subir de nuevo a su convoy, saludó a los simpatizantes y partió rumbo a la residencia de la embajada mexicana, donde esperará unas horas antes de tener su primer encuentro con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

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