A 50 años del ‘Partido del Siglo’. El día que Italia y Alemania encumbraron al Estadio Azteca

Nadie imaginaba que en la prórroga se anotarían 5 goles. / Foto: Especial.
El 17 de junio, durante el Mundial México 1970, italianos y alemanes escribieron la página más gloriosa en la historia del futbol.

‘Quien se perdió este partido, se perdió la mitad del futbol’ se publicó al día siguiente en la prensa. La leyenda es tal que en el Estadio Azteca se colocó una placa conmemorativa para mantener en la memoria lo que allí sucedió un 17 de junio de 1970, hace ahora 50 años, en una Semifinal mundialista que pasó a la historia, y ella permanece, como ‘El partido del Siglo’. Ganó Italia por 4-3 a Alemania. Y ganó el futbol, en mayúsculas.

En el Estadio Azteca está la placa que conmemora el llamado ‘Partido del Siglo’.


Italia y la República Federal de Alemania (muy lejana todavía a la reunificación), alcanzaron esa penúltima etapa mundialista eliminando en Cuartos de Final a México (4-1) e Inglaterra (3-2), respectivamente. La azzurra remontó a los anfitriones para acabar goleando en la segunda mitad, mientras que los germanos se tomaron la revancha de la Final de 1966 con una soberbia remontada, del 0-2 al 2-2 antes de llevarse el triunfo en la prórroga.

Para muchos, aquel encuentro ya era el señalado del Mundial. No podían imaginar lo que iba a suceder en el Azteca tres días después. Ocurrió de todo. A los ocho minutos Roberto Boninsegna adelantó a los italianos y de ahí al final del tiempo reglamentario el partido se convirtió en un desesperado ataque alemán por igualar. Resistió la azzurra de manera inverosímil hasta que en el último minuto, rozando el tiempo añadido, Karl-Heinz Schnellinger, un defensa especialmente estimado en Italia por su pertenencia a Mantova, AC Milan y Roma, consiguió el milagroso empate para los alemanes.


LA LOCURA

La prórroga fue una oda a la locura, un ejercicio de supervivencia, resistencia y ambición en la que nadie dio su brazo a torcer y que comenzó con Beckenbauer jugando con el brazo vendado al cuerpo, lesionado y sin poder ser sustituido porque ya se habían realizado los dos cambios permitidos.

Beckenbauer jugó con el brazo inmovilizado la prórroga. / Foto: Especial.


El empate de última hora dejó tocada moralmente a Italia, que rozó el desastre cuando a los 94 minutos Gerd Müller marcó el 1-2 y estuvo cerca de recibir un tercer tanto antes de que le diera la vuelta al marcador. Lo impensable. Burgnich en el minuto 98 y Riva, en el 104, rozándose el descanso de la prórroga, colocaron el 3-2 para los italianos, que ya se vieron en la Final.

Pero Alemania, tan dura mental como físicamente, se reenganchó con otro gol de Müller a los 110 minutos. Parecía la escuadra dirigida por Helmut Schön más determinada para llevarse la victoria cuando, de pronto y apenas un minuto después, un pase de Boninsegna dejó el balón en pies de Gianni Rivera, que soltó un disparo raso y cruzado al que no llegó Maier para lograr el 4-3 definitivo.

El festejo italiano es recordado por los que estuvieron en el Coloso de Santa Úrsula y por todo el mundo.
/ Foto: Especial.


Ante más de 102 mil hinchas que se frotaban los ojos ante aquella exhibición, Alemania buscó a la desesperada un nuevo empate, pero esta vez el milagro ya no se produjo. Nunca antes, ni después, se marcaron cinco goles durante una prórroga en el Mundial, un récord que fue a acompañar aquella locura que por siempre quedó escrita con letras de oro en la historia del futbol.

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