OPINIÓN. La vida (y el futbol) que perdí…

En algún lugar del mundo unos niños juegan futbol. (Foto: Shutterstock).
• Durante esta pandemia todo el mundo ha perdido algo... La rutina, un abrazo, decenas de amaneceres, la tranquilidad, ilusiones, sueños, la vida misma, y hasta el futbol.

La normalidad no volverá, al menos no como la conocimos. 

Llevamos semanas y semanas de encierro añorando la vida que se fue, sin reparar que ya tuvimos que iniciar una nueva.

Da miedo la enfermedad, da miedo no volver a la rutina, da miedo el llamado enemigo invisible que puede ser asintomático o acabar con la vida de miles de personas alrededor del mundo. Da miedo la muerte, por eso seguimos guardados en casa.

Y se echan de menos tantas cosas: el calor de un abrazo, el rutinario choque de las manos, la suavidad de un beso o el simple roce de los hombros al caminar a la par de los camaradas.

Se echa de menos el deporte: seguirlo, no se diga practicarlo. Los sábados o domingos de fut que son sagrados con los cuates; la cascarita nocturna entre semana de los ‘godínez’, luego de 10 o 12 horas de oficina… No se diga ir al gimnasio, aunque sea de vez en cuando.

Todo se extraña, todo. Las cosas que nos gustaban e incluso las que resultaban un fastidio. El tráfico, por ejemplo, o las largas filas de espera para entrar a un restaurante, a algún concierto o no se diga al estadio para seguir a nuestro equipo.

El poder popular del futbol es un bálsamo y un disparador de emociones. Dice Jorge Valdano que “basta con que se apaguen las luces de los estadios para que nos sintamos más solos y el mundo sea un poco peor”…

El encierro ha pegado en todas las escalas al grado de que se desató una emoción colectiva por la llamada eLiga MX, y hasta las televisoras pusieron a sus mejores cartas para ganar el rating cuando el deporte en todo el mundo ha estado paralizado. La realidad virtual nos alcanzó. 

Estamos perdiendo parte de nuestras vidas, y una de ellas, aunque sea “lo más importante de lo menos importante”, es el futbol.

Ya volvió la Bundesliga, que a decir verdad no es un torneo tan cercano para los mexicanos. En unas semanas lo hará La Liga en España, y ahí sí que el Barça, Madrid y Atlético sacuden mayor número de emociones.

Aunque nada será igual. No habrá estadios llenos aclamando a Messi ni esa atmósfera incomparable que solo es capaz de aportar el aficionado con gritos, lamentos o cánticos. Con pasión.

Los festejos de los goles serán fríos, porque en plena pandemia se permite jugar un deporte de contacto, pero están prohibidos los abrazos. Vaya paradoja. 

En México el balón rodará entre finales de julio o principios de agosto, si bien nos va, pero está decidido que por lo que resta de 2020 no habrá gente en los estadios.

Es la mal llamada “nueva normalidad”. La rutina no volverá, no como la conocimos. La cercanía será un privilegio y un acto lleno de riesgo durante un largo tiempo, en tanto no exista la vacuna o algún tratamiento.

No vamos a recuperar los abrazos perdidos, las emociones frustradas ni todos los amaneceres conviviendo en lugares públicos.

“Llevo días y días extrañando la vida que creo que perdí”, escribió hace algunas semanas en un artículo de ‘The New York Times’ el periodista argentino Martín Caparrós. Y sí, tristemente muchos la han perdido, y en el mejor de los casos al resto del mundo nos falta una parte de ella, así sea el futbol.

Autor | Daniel Montes de Oca

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