Luis Enrique: Medio siglo de pundonor y dolor

Lloraba porque no tenía zapatos hasta que vi a un hombre que no tenía pies.- Proverbio persa

Así reza el mantra que sigue Luis Enrique Martínez García, técnico de la Selección Española y quien hoy cumple 50 años.

Como reza el proverbio, Luis Enrique es la efigie de la resiliencia y el pundonor español, del dolor convertido en esperanza y la excelencia y el deporte como medicina para sanar el alma.

Como futbolista, como entrenador y como ciclista y triatlonista, el nacido en Gijón ha demostrado una y otra vez sus claros conceptos y su eterna búsqueda de la excelencia, a pesar de vivir una de las peores tragedias en la existencia del ser humano como lo es la muerte de una hija.

Un futbolista hecho y derecho

Luis Enrique se enamoró del balompié desde pequeño y a los 11 años ya jugaba futbol sala en la Escuela de Mareo. Su talento lo llevó a debutar en 1989 con el Sporting Gijón de su ciudad natal.

Tras una temporada de 14 goles y la demostración de que era un delantero con cualidades, fue traspasado al Real Madrid.

Con los blancos nunca pudo explotar al cien por ciento sus capacidades, pues ni Radomir Antic, ni Benito Floro lo colocaron en la posición donde mejor había lucido. Luis Enrique fue lateral e interior con muy grises actuaciones.

Fue hasta la llegada de Jorge Valdano que el asturiano pudo despuntar, aunque una crisis deportiva en el cuadro merengue una vez más le jugaría en contra.

En 1996 fue traspasado al odiado rival, el Barcelona, comandado por el inglés Bobby Robson. Martínez cayó de pie al anotar 17 goles y levantar Supercopa de España, la Copa del Rey y la Recopa de Europa.

Para la 97-98 y con Louis van Gaal en el banquillo, su rendimiento para nada mermó y con 18 goles y afianzado como mediocampista, conquistó la Liga, la Copa del Rey y la Supercopa de Europa. Para el siguiente curso, el cuadro culé repitió el titulo liguero con ‘Lucho’ como inamovible.

El asturiano permaneció con los blaugranas hasta su retiro en 2004, siempre admirado por su clase, valentía y pundonor.

En la Selección española fue parte de una generación brillante siempre atormentada por quedarse a la orilla de la historia. Cómo olvidar cuando en los Cuartos de Final de la Copa del Mundo de 1994 fue impactado en el rostro por el codo del italiano Mauro Tassoti, y un Luis Enrique ensangrentado reclamaba desesperado un penal que hubiera significado el alargue, pero el árbitro no lo quiso marcar.

La transición al banquillo

Antes de volcarse totalmente a la vida de entrenador, Luis Enrique se entregó a su otra pasión, el ciclismo y eventualmente al triatlón, con lo que el exfutbolista consiguió un físico aún más delgado que en su etapa de futbolista.

Así, el asturiano compitió en pruebas de un alto nivel de rendimiento, como las subidas del Mortirolo, el Tourmalet y la Marmolada.

Además, participó en conocidas carreras como la Quebrantahuesos y el Ironman de Klagenfurt, Austria. Proezas deportivas exclusivas de quienes poseen un gran fondo físico, demostrando así la competitividad y la auto exigencia del que a la postre se convertiría en entrenador.

Su debut como Director Técnico llegó en junio de 2008, cuando se hizo cargo del Barcelona ‘B’, sustituyendo a Josep Guardiola quien partía para hacer época en el primer equipo. En tres años como timonel logró el ascenso a Segunda División en la 2009-10 y la mejor clasificación en la historia del cuadro culé ‘B’ al finalizar en la tercera posición en la 2010-11.

Fue entonces que recibió la oportunidad en las grandes ligas al asumir el mando de la Roma en 2011. El inicio no fue nada esperanzador luego de que los romanistas cayeran en el play-off de la Europa League ante el muy modesto Slovan Bratislava.

Aunque en la Liga dejó al equipo en la séptima posición, con todavía una jornada por disputarse, el equipo anunciaba que el español no continuaría como técnico a pesar de tener un año más de contrato.

Tras un año sin dirigir, Martínez García asumió el mando del Celta de Vigo en 2013, logrando un noveno puesto con el cuadro gallego y también, tras sólo un año en la entidad, anunció su partida en mayo de 2014.

La consagración en el Barcelona

Apenas unos días después de su partida de Vigo, el Barcelona anunciaba el regreso de uno de sus hijos pródigos por los siguientes dos años.

Al frente del cuadro blaugrana logró imprimir por fin un estilo ofensivo al configurar una de las mejores ofensivas de todos los tiempos comandada por Lionel Messi, y flanqueada por Luis Suárez y Neymar.

De la mano de Luis Enrique, el Barça se apuntó un sextete, hazaña que se consideraba impensable cuando Guardiola la había logrado unos años antes.

En total el asturiano consiguió nueve títulos, un Mundial de Clubes, una Champions League, una Supercopa de Europa, dos Ligas, tres Copas del Rey y una Supercopa de España, además de un estilo espectacular y goles a racimos con la conformación de aquel tridente inolvidable.

Tras una estancia de tres años, Luis Enrique consideró que era momento de partir.

“El Barcelona, como jugador, lo dejé porque pensaba que no tenía mucho más que ofrecer y como entrenador por la misma circunstancia. La relación jugador-entrenador a este nivel es muy intensa, además de mi agotamiento físico y personal”, apuntó.

Mandamás español y una tragedia inesperada

Llegó entonces la oportunidad de dirigir a la selección española, que tras un Mundial por demás caótico buscaba regresar a la estabilidad y así fue presentado en julio de 2018.

En poco tiempo, el entrenador comenzaba a imprimir su sello en el cuadro español.

“No creo en el repliegue, creo en el ataque. Lo baso todo en el ataque. Creo en presionar. Garantizo que, si lo haces medianamente bien, el hecho de reducir el tiempo de actuación del rival con el balón le hace cometer muchos errores”, argüía en su momento al explicar su modelo de juego.

Sin embargo, tras un debut con victoria frente a Inglaterra en la Liga de Naciones Europea, siguieron una serie de ausencias que la Federación Española se limitaba a explicar que eran por motivos personales.

Luis Enrique se perdió entonces la mayoría de los encuentros clasificatorios a la Euro, para hacerse a un lado de manera definitiva el 19 de junio de 2019, apenas un año después de llegar al cargo.

Con el tiempo se supo que la razón de su ausencia y eventual renuncia se debía a que su hija Xana, de 9 años, padecía cáncer de huesos. Tras un calvario de 5 meses, la pequeña falleció el 29 de agosto de 2019.

Prácticamente el mundo entero ofrecía sus condolencias y expresaba su admiración al temple y fuerza de la familia para manejar una situación tan dolorosa.

Un ansiado regreso

Tras la partida de Luis Enrique del banquillo español, su auxiliar Robert Moreno tomó las riendas del equipo, al que clasificó de forma brillante a la Euro.

Sin embargo, ante los rumores de un posible regreso de Martínez a la Selección, la relación con Moreno se fracturó pues trascendió que el otrora segundo al mando tenía la intención de dirigir la Eurocopa.

El 19 de noviembre de 2019, la Federación Española anunciaba el regreso de Luis Enrique, quien en conferencia de prensa explicaba el total rompimiento con Moreno, a quien tachaba de desleal.

“En los cargos que ostentamos, los valores en el mundo del futbol son muy importantes, sobre todo porque somos imagen y espejo para los niños”, sentenciaba en la conferencia.

Luis Enrique estaba listo para dirigir la Euro, sin embargo, la pandemia de coronavirus trastocó todos los planes de un entrenador que logró reponerse de la tragedia y hoy se encuentra disfrutando de aquello que le brinda felicidad, el futbol.

“Al éxito se puede llegar de mil maneras, pero hay que valorar si quieres ser de verdad creíble y sentirte bien contigo mismo. A todos nos van a echar algún día como entrenador. Si eso pasa, que te echen con tus cartas.”

Luis Enrique Martínez

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