El escritor mexicano Juan Villoro es un gran aficionado al futbol y crítico recurrente de las decisiones que se toman a nivel directivo, como la más reciente que fue eliminar la Liga de Ascenso.
Hace algunos días, el seguidor del Necaxa y Barcelona, calificó de “aberrante” la desaparición de la antes llamada Segunda División, y pidió a los dirigentes recapacitar al respecto.
Bajo este contexto, en Latinus recuperamos algunas frases de Villoro, autor de ‘Dios es Redondo’ y ‘Balón Dividido’, quien retrata el papel que juegan los hombres de pantalón largo en México y el daño que provocan con sus decisiones.
“Los peores participantes del futbol sin duda alguna son los directivos, porque un directivo es una persona que cree, no solamente que sabe de futbol, si no que puede rematar de córner; es decir, está dispuesto a él meter el gol si es posible y se vuelve muy intervencionista, despide jugadores en un país como México en donde los futbolistas juegan al margen de la ley federal del trabajo y son esclavos de oro, pues se puede hacer con ellos lo que quiera.
“Ese protagonismo de los directivos es terrible y además gozan de total impunidad, pueden hacer que en México tengamos una Liga que sea prácticamente de extranjeros y nadie los puede frenar, no hay una intervención social que los detenga y les diga: ‘un momento, ésta es una fuente de empleo para los mexicanos y no puede ser que la mayoría sean extranjeros’.
“Al rato si todos los extremos izquierdos de la Liga son extranjeros, entonces ¿cuál va a ser el extremo izquierdo de la Selección Mexicana? No va a haber ninguno”…
En el marco del ‘Coloquio internacional de teatro y futbol’ que se celebró hace algún tiempo, Villoro lamentó que el modelo económico se imponga sobre el deportivo.
“Desgraciadamente el futbol depende demasiado del dinero y México es un buen ejemplo al respecto, pues tenemos una Liga que no es muy buena en lo deportivo, pero es una de las cinco o seis más ricas del mundo, entonces es un fracaso deportivo que es un éxito económico”.
Finalmente, Juan remató con lo siguiente: “Lo más sucio del futbol nunca ocurre en la cancha; ocurre en el palco de los directivos”.
