Nidelson Silva de Melo: Un brasileño sin límites… Goles, fiesta y mucho alcohol

Cuando quiso, maravilló a la Liga con espectaculares regates y vistosos goles.
Este brasileño llegó a mostrar grandes facultades con Toluca y Toros Neza en la Primera División, pero la fiesta y el desenfreno terminaron por minar su carrera.

Por todos es bien sabido que hablar de brasileños en el futbol es sinónimo de alegría, magia y regates, pero también de fiesta… A veces en exceso.

 Hace unos días, Ronaldo (el gordito) declaraba que en alguna ocasión Florentino Pérez lo citó en su oficina para pedirle que dejara de organizar fiestas entre semana y que hiciera como Figo que se quedaba tranquilo en casa con su esposa, a lo que el ‘Fenómeno’ respondió “yo haría lo mismo si tuviera ‘esa’ esposa”.

Esa anécdota pinta de una a prácticamente cualquier futbolista brasileño, como es el caso de Nidelson Silva de Melo Nenei, explosivo amazónico que llegó a maravillar México, pero que nunca pudo explotar su máximo potencial por su gusto por la fiesta y el alcohol.

 Nació en el seno de una familia de seis hermanos, todos ellos jugadores profesionales de futbol. Los más exitosos fueron Nélio Silva que jugó en Botafogo y Fluminense, y el otro Gilberto Silva, dos veces mundialista brasileño y campeón de la Copa América 2007.

 Su padre, policía militar, fue asesinado durante una patrulla de inspección cuando Nidelson tenía 8 años. Dado que era el mayor de sus hermanos, se hizo cargo de ellos mientras su madre trabajaba para sacarlos adelante.

Sus comienzos y la fiesta

Nidelson comenzó a jugar en su natal Río De Janeiro en las calles hasta que recibió una oportunidad en Porto Alegre, donde debutó en la temporada 86/87 con 18 años. De ahí llego al Toluca de la Liga Mexicana, donde ni siquiera debutó, para luego irse al Ángel Firpo de El Salvador, hasta que luego paró en el Atlético Marte.

En la temporada 92/93 pasó al Herediano de Costa Rica, donde recapturó la atención de los choriceros con su 12 goles, y a pesar de sus problemas con la ley, volvió con los Diablos en la 93/94, equipo al que también llegó el portero argentino, Hernán Cristante, a la postre histórico del club.

 El brasileño comenzó a tambor batiente, metiendo goles y siendo parte del espectacular juego del equipo escarlata; sin embargo, sus problemas con el alcohol, las drogas y la fiesta, derivaron en una pelea con el técnico, Roberto Silva, con lo que el brasileño fue despedido antes de comenzar la Liguilla.

 El Resurgimiento

Para la siguiente campaña, se fue a los Correcaminos de la UAT, y a pesar de su intensa vida nocturna colaboró con 6 goles, aunque el equipo tamaulipeco igual descendió. Entró a rehabilitación y llegó entonces al Zacatepec de la Primera A, donde incluso se convirtió en líder goleador y llegó a semifinales con los cañeros.

Gracias a sus actuaciones fue fichado por el Toros Neza, en donde se adaptó de inmediato gracias a la personalidad del equipo que le permitía ser tal cual era. En el Invierno ’96 se convirtió en una de las figuras del torneo al despacharse 13 goles en la fase regular, mas otros dos en Liguilla.

 Para la siguiente campaña comenzó con el pie izquierdo al reportarse tarde a la pretemporada, situación que incluso obligó a que los directivos fueran por él a Brasil. Entre las parrandas y los excesos, el amazónico ya no quería volver. Argumentó problemas familiares por la demora y aquel torneo sólo anotó cinco dianas.

 Luego de que el cuadro mexiquense perdiera la Final contra Chivas, a pesar de que ya no jugó, todavía recibió una oferta de parte de la directiva. Pero prefirió marcharse.

 El Periplo Salvadoreño

Silva decidió partir a El Salvador, donde incluso se naturalizó y jugo en las eliminatorias para el Mundial de Francia 98’, además de tener pasos intermitentes por diferentes equipos del país. Todavía en 2005, ganó la Copa Presidente con el Atlético Balboa, para después retirarse.

 En suelo salvadoreño, el brasileño enfrentó diversas problemáticas a consecuencia de estilo de vida, fue detenido en 2001 por posesión de crack  y por incumplir con el pago de la pensión alimenticia.

 Después trabajó como mesero y estuvo encargado del hospedaje en una universidad local, para después viajar a Estados Unidos con su novia en 2006. Actualmente radica en Brasil, donde vive con su madre y hermanos.

 “La droga no es como comienzas, es como terminas. Hoy podría estar en Río de Janeiro en una casa en la playa o viviendo en La colonia Escalón (zona de alto nivel de El Salvador) pero mi irresponsabilidad me llevó a perder muchas cosas”, comentó alguna vez el brasileño.

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