Don Nacho, cuando dirigía a Cruz Azul en la década de los 80. (Foto: Mexsport).
El futbol mexicano está de luto. Pocas veces la palabra leyenda describe de forma cabal a un personaje y es el caso de Ignacio Trelles.
La familia futbolística de México e incluso de otras latitudes mostró su conmoción por el fallecimiento de un personaje único.
Cruz Azul, el gran equipo de sus amores; la Selección Mexicana, a la que dirigió en cinco ocasiones; Carlos Hermosillo, goleador histórico de La Máquina; la FIFA, la Liga MX y sus clubes, todos expresaron su pesar y condolencias a la familia de don Nacho.
Son solo algunos de los cientos de mensajes que desde distintas instituciones, personas y lugares se han enviado para expresar las condolencias y sí, lamentar la enorme pérdida, pero también dimensionar el tamaño de personaje que a los 103 años dejó de existir, al menos en este mundo.
Don Nacho fue un personaje sumamente ocurrente, un genio al que el futbol le debe, entre tantas otras cosas, algunas frases que quedaron para la posteridad y que los aficionados al futbol usan de forma común sin conocer el origen de las mismas.
Esta frase la soltó cuando dirigía al América y estaba por enfrentar en un Clásico al acérrimo rival, el Guadalajara. Se dice que de esa manera le intentaba quitar presión a sus futbolistas.
Estas palabras las han convertido en una carta de presentación prácticamente todos los entrenadores. Y sí, surgieron hace ya varias décadas desde el ingenio de Nacho Trelles.
Otra en relación a un Clásico de Clásicos en el balompié azteca, en aquellos años en que los duelos Águilas-Chivas ya tenían una gran rivalidad y ésta se iba incrementando con el paso de cada enfrentamiento.
En alguna ocasión le cuestionaron sobre una situación extracancha en la que estaba metido uno de los futbolistas a los que dirigía y su respuesta fue muy elocuente, por decir menos.
Con estas palabras resumía la dimensión que tenía para los jugadores de Cruz Azul vestir la camiseta celeste. A la fecha vigente para muchos futbolistas que han pasado por el club con más pena que gloria.
Así era don Ignacio Trelles, el futbolista, el director técnico, el genio, el ocurrente, la leyenda…
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