El coronavirus ha dejado hasta ahora más de 2 mil 700 muertos, 80 mil personas infectadas alrededor del mundo y ya es considerado una epidemia, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que aún no puede denominarse una pandemia.
Durante una conferencia de prensa para informar del balance de la enfermedad en Estados Unidos, el presidente Donald Trump hizo referencia a un análisis de datos que en conjunto realizaron el portal de estadísticas Statista y el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud.
El reporte, llamado Global Health Security Index de 2019, revela qué tan preparados están los países ante una epidemia, donde destacaron Estados Unidos, seguido de Reino Unido y en tercer lugar los Países Bajos.
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Países medianamente preparados
El estudio divide en tres categorías las medidas preventivas con las que cuentan los países en caso de una epidemia sanitaria, como lo es ahora el coronavirus.
Es así que en este otro grupo, Alemania lidera la lista de los países “no tan preparados” ante el COVID-19, en segundo lugar está Noruega y como tercer país está Japón.
México, aunque no está en los primeros lugares de dicha lista, también se posiciona como una nación más preparada que China, país donde se originó la epidemia del COVID-19.
Sin preparación
Las naciones que podrían estar menos acondicionadas para enfrentar una “eventual epidemia” son Corea del Norte, Somalia y Guinea Ecuatorial.
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Esté miércoles, en América Latina se confirmó el primer caso de coronavirus en Brasil.
En Corea del Sur suman más de mil 260 casos y en Europa, el brote más grande es en Lombardía, Italia con más de 320 infectados. Mientras que Irán reportó una cifra superior a 90 casos y 15 muertes.
Sobre el estudio
Los resultados del anterior estudio fueron obtenidos mediante un análisis cuantitativo de indicadores como niveles de prevención, protocolos de detección temprana de epidemias, velocidad de respuesta y mitigación.
Así como, suficiencia de los sistemas de salud para tratar a personas afectadas y trabajadores de la salud, el apego a normas internacionales y el riesgo general de los países con distintas vulnerabilidades generadas por el entorno.
Se prioriza tanto las capacidades de los países, como la existencia de capacidades funcionales, probadas y comprobadas para detener los brotes.
