Amar el deporte puede ser doloroso, pero es incomparable

Amor y deporte, una combinación casi perfecta
Amor y deporte, una combinación casi perfecta

  • En el Día de San Valentín vale la pena reflexionar acerca de un amor que puede durar un instante o toda una vida: el amor al deporte.

Amar el deporte es un poco diferente a otros tipos de amor. Puedes tener los mismos síntomas: No puedes dormir, te preocupas demasiado, solo piensas en cómo dejar otras responsabilidades para pasar tiempo con tu “alma gemela”.

Suele ser una relación de amor-odio, pero si eres realmente fanático no dejarás que nada ni nadie te arrebate de los brazos de tu deporte, equipo o deportista favorito.

Nació seguramente de lo que vivías en tu infancia, de lo que veías en casa. Muchos lo heredan de sus padres o parientes cercanos, pero también puede ser un contagio espontáneo de pasión por un color, un ideal, una esperanza, una ideología, un lema, una canción, una legión, una ilusión.

El deporte profesional implica competir, pero no hay manera de ignorar a los grandes filósofos, aquellos arriesgados que se atrevían a seguir el dicho de “lo que importa no es ganar, sino competir”. 

Esa frase, simple y menospreciada, refleja una parte de lo que el amor al deporte implica. No siempre podrás ganar. No siempre tendrás un final feliz. Llorarás, patearás, gritarás y desfallecerás ante los errores y fracasos de tu deporte o equipo favorito.

Pero el momento de éxtasis te dejará marcado. Temblarás al recordarlo, si tienes suerte de que esté registrado en fotografías o video será igual de estremecedor que cuando ocurrió. 

Todas tus fibras sensibles se activarán al ver o recordar aquella jugada, aquella carrera, un salto, una atrapada, un gol, una falla del rival que te permitió ser uno con miles o millones más. Una felicidad compartida o individual que si bien no se compara con el amor a las personas, a la naturaleza o a otros elementos, puede unir a grandes masas, más que cualquier otra actividad.

Hoy, día de San Valentín, vale la pena recordar que el amor no debe ser de una sola manera. Cada individuo es capaz de expresarlo o reservarlo a su situación personal. Lo importante es no olvidar una de las frases más reveladoras que se han escrito al respecto:

“Paradójicamente, ser capaz de estar solo es la condición para ser capaz de amar”. Lo escribió Erich Fromm en “El arte de amar”.

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