Por: Sebastián Cortés
Como les hablaba en la entrega anterior la guerra del volumen es una práctica de la industria discográfica para lograr que ciertos discos destaquen al tener un sonido con un volumen más alto. Los melómanos lo detestamos pues esto elimina todas las sutilezas y texturas en una grabación.
Esta es una queja muy común entre los coleccionistas de música, pues a partir del año 2000 con múltiples reediciones y versiones remasterizadas de discos grabados entre los sesentas y noventas del siglo anterior pareciera que en lugar de mejorar el sonido sólo se limitaban a subirle el volumen y ecualizar un poco para que no sufriera distorsiones aparentes en los picos de sonido.
El punto máximo de este fenómeno se da en el año 2008 con el lanzamiento del álbum “Death Magnetic” de Metallica. Su masterización es tan alta que está llena de distorsión y ruido digital. Muchos medios y fans se quejaron. Entre ellos el ingeniero de masterización Ian Shepherd, que al analizar la grabación se dio cuenta de que el proceso de compresión del sonido borró todo el rango dinámico. Más de 20,000 fans de la banda firmaron una petición para que se remezclara y remasterizara el disco.
Pero Shepherd fue más allá y creó en el 2010 el “Día del rango dinámico”, con el apoyo de empresas de software y de bocinas. Gracias a él poco a poco la industria le ha prestado más atención a los consumidores y poco a poco este fenómeno se ha ido eliminando de grabaciones nuevas y reediciones de catálogo.
La guerra se ganó definitivamente en el 2013 con la aparición de iTunes Radio gracias a Mac. Pues una de las condiciones para aparecer en esta plataforma era que todas las canciones deberían de pasar por el software Apple Soundcheck, que permitía que todas las canciones estén presentadas a un volumen estandarizado más bajo que incluye el rango dinámico completo.
Nuevas ediciones de discos clásicos ya tienen este nuevo estándar que nos permite disfrutar las grabaciones originales con una extraordinaria fidelidad.
