En Hollywood, la palabra que menos vas a escuchar, al menos de frente, es “no”. Ahí, todos te van a decir que eres maravilloso, que tus ideas son las mejores, etcétera. Por eso sorprende cuando los grandes estudios sacan la palabra prohibida y la usan. Y es más sorprendente cuando lo hacen para decirle que “no” a alguien como Martin Scorsese.
Pero sucedió con un proyecto consentido del veterano director: “Silence”, una historia sobre misioneros cristianos en el Japón del siglo XVII. Scorsese había invertido ni más ni menos que 25 años en su desarrollo, pero cuando llegó la hora de proponerlo a los grandes estudios, le dijeron que era muy caro. Que era un tema complicado para el mercado. Que era demasiado riesgo, aún para Scorsese. Convencerlos parecía una labor imposible, aún para un director que acababa de tener gran éxito con su “Wolf of Wall Street”.
Quién diría que encontraría ayuda al sur de la frontera…
En Hermosillo, Sonora. Ahí vive Gastón Pavlovich, un hombre que en 2009 renunció a su carrera como funcionario público para dedicarse a su pasión: el cine. En su primera película como productor, “El Estudiante”, Jorge Lavat interpreta a un anciano que decide estudiar una carrera universitaria. La cinta fue la segunda más taquillera de ese año y ganó seis Diosas de Plata. Con esas credenciales, Pavlovich supo que iba por buen camino.
Siguiente parada: Hollywood, donde colaboró con Tom Hanks, Mel Gibson, Sean Penn, entre otros. Cuando supo del proyecto de Scorsese, le propuso levantarlo a través de Fábrica de Cine, su productora. Estaba dispuesto a decirle que “sí”.
Perdió mucho dinero: “Silence” (2016) tuvo una corrida mediocre en las salas de cine, y muchos ejecutivos de Hollywood se encargaron de recordarle a Scorsese que se lo habían advertido.
Las cosas siguieron su camino y cuando Scorsese empezó a trabajar en “The Irishman”, se acordó del mexicano que le había dicho que “sí” cuando el mundo le decía que “no” y lo invitó a producir la cinta estelarizada por Robert de Niro, Al Pacino y Joe Pesci.
Así fue cómo un sonorense con un sueño loco, bien podría recibir el Óscar a mejor película como uno de los productores de la más reciente obra maestra del genio del cine. Gastón Pavlovich hoy está esperando llevarse el Óscar y seguir trabajando para buscar un “sí”.
